En una reciente columna, la ministra de Economía, Nadia Calviño, escribe sobre las desigualdades de género en España. Como suele ocurrir cuando se tocan este tipo de temas, los datos son utilizados más para apoyar una ideología concreta que para mostrar una realidad objetiva. En este caso, la ministra ofreció un conjunto de datos que, sin ser falsos, ofrecidos sin su contexto son fácilmente malinterpretables. En el presente artículo se repasarán tres de las afirmaciones vertidas por Calviño sobre desigualdades de género.
Se ha producido un retroceso en materia de igualdad de género en un buen número de economías avanzadas, entre ellas España
Calviño nos remite al Foro Económico de Davos, organizado por el Foro Económico Mundial, donde se señala que, desde 2007, España ha pasado en este ámbito de la décima economía a la número 29 en 2018. Sin embargo, cuando se analizan en detalle los datos, no existe tal retroceso, más bien al contrario, ya que se registra una leve mejoría desde 2007, al avanzar del 0,744 al 0,746 en 2018.
El motivo lo debemos buscar en la participación y oportunidades económicas de la mujer, que ha mejorado un 12% en dicho periodo debido a una menor brecha bruta de género, mayor participación laboral y un mayor número de trabajadoras profesionales y técnicas. Sin embargo, este hecho ha sido parcialmente contrarrestado por la pérdida de poder político por parte de las mujeres -había un menor número de diputadas y de ministras en 2017 que en 2007-.
Pese a todo, debe señalarse que ambos indicadores han mejorado notablemente. Por tanto, es falso decir que se ha producido un retroceso en materia de igualdad de género en España. Se ha mejorado, y, si no se ha avanzado tanto como se quería, no se debe a falta de avances en oportunidades laborales, sino a la pérdida de oportunidades en el ámbito político.
En el apartado de igualdad salarial, España se sitúa en el puesto 129 de un total de 149 economías analizadas
Se trata de datos del mismo informe. Según éste, en España, para un mismo puesto de trabajo, las mujeres cobran la mitad que los hombres -además no se observa mejora alguna en los últimos años-. Pero cuando uno investiga de donde se obtiene este resultado, encuentra que se trata de una encuesta relativamente pequeña, realizada a menos de cien empresas, hecha también por el Foro Económico Mundial.
Es decir, estamos hablando de las percepciones que tienen algunos empresarios -este tipo de encuestas deben cogerse siempre con cautela, ya que en muchas ocasiones las ideas preconcebidas que tienen los ciudadanos no coinciden con la realidad-. Por ejemplo, la población, tanto la de los deciles más altos como la de los más bajos, tienden a pensar que son de clase media. Asimismo, en todos los países estudiados se piensa que hay más inmigrantes de los que realmente hay, y esto puede afectar a las preferencias de redistribución.
En este caso, múltiples estudios señalan que la "brecha de género" en España oscila entre el 10 y el 15%. Según la Comisión Europea, esta brecha se situaba en el 10% en 2014, menos que Italia, Reino Unido o Finlandia, habiéndose reducido en dos puntos desde 2010. Otro estudio encuentra resultados muy parecidos, tras concluir que la citada brecha lleva reduciéndose desde 2002.
Por tanto, los datos que ofrecen estudios más rigurosos señalan una brecha de género para un "mismo puesto de trabajo" bastante alejada del 50% que alude Calviño y, en ningún caso, sitúan a España entre los países peor posicionados en esta materia.
El PIB de nuestro país podría elevarse hasta un 15% si se erradicara la brecha de género en el mercado de trabajo
Esta afirmación de Calviño surge de un estudio publicado en 2016. No obstante, el mismo informe señala que esta particular "brecha" laboral no tiene por qué ser mala, como parece indicar la ministra. "El origen de estas fricciones en el mercado laboral pueden ser muy diversas, y en este papel no pretendemos identificar si esto es debido a discriminación pura o refleja las opciones óptimas de las mujeres teniendo en cuenta sus alternativas", indica el texto.
Además, concluye que, "de media, el 44% de estas pérdidas son debidas a la brecha de género en las elecciones ocupacionales". Por tanto, no dice que la pérdida de producción estimada se deba a elementos negativos a erradicar como la discriminación por razón de género. Si, como Calviño entiende, el bienestar va más allá de la producción, no tener en cuenta la libertad de los individuos a la hora de tomar sus propias decisiones podría ser grave un error.