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Agapito Maestre

La hipocresía del empleo público

Cuando cunde el pánico con las cifras del desempleo, los socialistas siempre hallan un remedio fácil no para solucionarlo sino para enmascararlo

La Oposición debería interpelar ya al Gobierno sobre las cifras económicas que están apareciendo en los últimos meses. Si los datos sobre la deuda y el déficit asustan, aún son más preocupantes los datos del paro. La cifra más negativa de los últimos 17 años no es otra que el desempleo: en julio de 2019, se ha reducido en 4.253 personas. Terrible dato si se compara con que el anterior gobierno del PP rebajó de forma sostenida en 500.00 personas cada año. No me extraña que el gobierno de Sánchez se preocupe si compara estos resultados con los del Gobierno de Rajoy.

El déficit, la deuda y el paro están alcanzando unas cifras que ha comenzado a alarmar a los especialistas en la economía española, pero los asesores socialistas del Gobierno le aconsejan a Pedro Sánchez que incremente el empleo público. Es la única manera que tienen los socialistas de enmascarar todas las cifras negativas del presente. A pocos españoles se les pasa por alto que las cuatro Administraciones de reino de España le sobran empleados públicos, entre otros motivos, porque los políticos se han servido de ellas para llenarlas de parientes y amigos, directivos de los partidos y enchufados de todo tipo; a eso, además, hay que añadir el elevado número de empresas públicas casi todas deficitarias que han proliferado en las cuatro Administraciones, pero que han servido para seguir colocando a militantes y dirigentes de los partidos.

Sin embargo, los asesores de Sánchez no ven otra salida que el incremento del empleo público. En realidad, no es una salida sino un trapacería. Y es que cuando cunde el pánico con las cifras del desempleo, los socialistas siempre hallan un remedio fácil no para solucionarlo sino para enmascararlo. Un engaño. Por todos los medios tratan de buscar medidas que incrementen el empleo público para ocultar el desempleo real. Sé poco de economía, pero sí lo suficiente para considerar que es un engaño para hoy y, sobre todo, una hipoteca que tendrán que pagar las generaciones futuras.

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