El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU lleva tiempo advirtiendo de las medidas urgentes que se deben tomar.
Los expertos sostienen que, de seguir así, de aquí a 35 años la temperatura media de la Tierra subirá 1,5 grados. Una de las consecuencias de esto es que ciudades enteras quedarán inundadas ante el aumento del nivel del mar.
El problema debe abordarse de manera colectiva, desde las instituciones, la sociedad y también los mercados. Por ello, ha surgido un nuevo tipo de financiación que apoya proyectos que contribuyen al cuidado del medioambiente.
Por ejemplo, el Banco Mundial ha financiado y ayudado a proporcionar el acceso a la energía eléctrica a más de 100.000 personas, colegios y hospitales en las zonas rurales de Perú; la construcción de viviendas ecológicas en Medellín; o hacer uso de la geotermia para incrementar el acceso a la energía limpia en Indonesia.
La financiación sostenible o verde consiste en invertir dinero en proyectos que beneficien al medioambiente, combatan el cambio climático y sean socialmente responsables. Esto es, iniciativas de eficiencia energética, agricultura sostenible, prevención de la polución…
"El mundo se ha comprometido a crear un futuro mejor para las personas y el planeta. Pero no podremos lograr nuestra visión sostenible sin que el sistema financiero mundial use su capital para impulsar la transformación", sostiene el director de ONU Medioambiente, Erik Solheim.
Objetivo 2020: más de 750.000 millones
El mercado de los bonos verdes no ha parado de crecer desde que el Banco Mundial los emitiese por primera vez en 2007.
En 2013 se destinaron algo menos de 11.000 millones de dólares a la financiación verde, en 2016 ya superaban los 51.000 millones y en 2018 se sobrepasaron los 150.000 millones de dólares. La tendencia es al alza. De hecho, los expertos calculan que en 2020 se llegará a los 750.000 millones.
En España, la emisión de bonos verdes está asociada a empresas y administraciones. Los inversores se ven atraídos por la rentabilidad de los depósitos y por el destino del dinero. Incluso aquellos que no son expertos en el mundo de las finanzas se deciden por financiar proyectos sostenibles.
Por ejemplo, en Massachusetts (EEUU), más de 1.000 pequeños inversores han decidido ayudar a su gobierno invirtiendo en una iniciativa local beneficiosa para el medioambiente.
Los millennials, los grandes aliados de los bonos verdes
A pesar de que los millennials no cuentan con una capacidad financiera suficiente para invertir, son, junto a los Z, los más concienciados sobre los problemas medioambientales.
Los expertos en el sector sostienen que, conforme su situación laboral vaya mejorando, irán invirtiendo en proyectos sostenibles.
Invertir en bonos verdes consiste en comprar la deuda emitida por una empresa o institución para impulsar una iniciativa responsable con el medioambiente y la sociedad. La mayoría de entidades financieras españolas cuentan con fondos de inversión sostenible que están disponibles para los clientes.
Por ejemplo, Banco Santander creó a principios de 2018 dos fondos: uno de renta fija dirigido a inversores más conservadores, y otro de renta variable para personas que quieran correr algo más de riesgo. El pasado año, la compañía fue el primer banco del mundo en financiación verde en número de transacciones. Según las tablas que elabora la empresa Dealogic, Banco Santander es el que más está apostando por la financiación de proyectos de energías limpias. En total, contribuyó a hacer posible la instalación de 6.689 MWs, o lo que es lo mismo, una capacidad equivalente al consumo de 5,7 millones de hogares.
De hecho, uno de los objetivos del Santander es reducir sus emisiones, y esperan que en 2025 el 100% de la energía que se utiliza en el Grupo provenga de fuentes renovables. Es por esta y otras iniciativas por lo que Banco Santander ha sido reconocido como el banco más sostenible del mundo, según el Dow Jones Sustainability World Index 2019. Un índice de referencia en el ámbito internacional que sitúa por primera vez a la entidad en el primer puesto a nivel global y líder en Europa, por segundo año consecutivo.
Otros proyectos del Santander
La entidad presidida por Ana Botín ha contribuido, entre otras cosas, a la creación de más de 17.000 coches eléctricos de bajas emisiones y ha lanzado Project finance para la construcción y preservación de parques eólicos, plantas fotovoltaicas y centrales termosolares en Italia, Portugal o Estados Unidos.
En Brasil, se han destinado 32 millones de euros para que tanto compañías como particulares creen proyectos sostenibles en el ámbito agropecuario.
Volviendo a España, otras empresas españolas que se han unido a la beneficiosa moda de emisión de bonos verdes son:
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Adif, que en 2017 emitió una deuda de más de 600 millones de euros para mejorar la eficiencia energética de las líneas de altas velocidad y crear nuevas.
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Repsol, que destinó 500 millones de euros a proyectos de eficiencia energética en sus plantas de España y Portugal.
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Iberdrola, que ha emitido más de 1.400 millones de euros para financiar el East Anglia ONE: el parque eólico más grande del mundo.
Una tendencia al alza
El continuo desarrollo de este mercado hace necesaria la implantación de medidas concretas para que no se utilice de manera irresponsable.
Así, la Comisión Europea anunció en mayo que para que los bonos sean "verdes" deberán cumplir ciertos criterios como mitigar los efectos del cambio climático, hacer un uso sostenible de los recursos marinos, fomentar la economía circular, el reciclaje, luchar contra la contaminación o proteger el ecosistema.
"El desafío ahora es aumentar rápidamente los flujos de capital hacia inversiones que respalden nuestros objetivos de desarrollo sostenible y crear negocios verdes comercialmente viables en las próximas décadas", sostiene Erik Solheim.
Por Belén Belmonte, Opinno Editor de MIT Technology Review en español
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