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No todo está perdido: ocho razones para el optimismo ante los aranceles de Trump

El equipo negociador europeo puede ejercer presión por diversas vías, de modo que aún no está todo perdido.

El equipo negociador europeo puede ejercer presión por diversas vías, de modo que aún no está todo perdido.
No todo está perdido (aún): hay margen de negociación | EFE

A la hora de analizar el preocupante anuncio de aranceles que ha lanzado el gobierno de Estados Unidos, quizá lo primero que debemos hacer desde este lado del Atlántico es reconocer que esta decisión cuenta con el respaldo de la Organización Mundial de Comercio, que ha autorizado la imposición de medidas proteccionistas como respuesta a las ayudas ilegales otorgadas por diversos países europeos al gigante aeroespacial Airbus.

El fallo de la OMC nos retrotrae a 2004, cuando Estados Unidos impuso la denuncia pertinente. Desde entonces se viene desarrollando un largo proceso que culmina ahora, con la constatación de que las ayudas públicas indebidas otorgadas a Airbus han ascendido a 6.800 millones de euros. Ahora, la organización reguladora del comercio global autoriza a Estados Unidos a imponer aranceles por un monto equivalente, lo que explica las medidas anunciadas por la Administración Trump.

A priori, el escenario es preocupante. Es cierto que los productos afectados (aceite y vino, principalmente) suponen menos del 0,5% de las ventas de España al extranjero. Sin embargo, no es menos cierto que dichos sectores van a salir muy golpeados, puesto que sus ventas a Estados Unidos representan una parte importante de la cuenta de resultados del sector. Por tanto, aunque esto no va a desatar un desplome de la actividad económica española, sí afecta muy negativamente a los sectores involucrados, cuya producción se concentra en Andalucía.

Hay, además, un precedente preocupante. En 2017, Washington impuso una subida arancelaria que golpeó a los productores de aceituna negra. Desde entonces, las ventas del sector al país norteamericano han experimentado una caída que ronda el 50%. Este episodio pesa, y mucho, en la valoración que están haciendo los productores de vino y aceite ante la perspectiva de una subida arancelaria que encarecería un 25% el coste de entrar en el mercado estadounidense.

Por tanto, teniendo en cuenta que dichos sectores tienen razones de sobra para estar preocupados, ¿qué razones hay para el optimismo? ¿Hay algún clavo ardiendo al que agarrarse ahora que parece que todo irá mal?

  1. "Hay partido" hasta el 18-O: la imposición de los aranceles no es definitiva. Su aprobación puede verse alterada o cancelada dependiendo del resultado de una reunión que tendrá lugar el próximo 14 de octubre en Ginebra. En dicha fecha, la delegación estadounidense se sentará a la mesa con un grupo de representantes de los gobiernos sancionados por la OMC (España, Francia, Reino Unido y Alemania). La negociación podría alargarse, puesto que el plazo definitivo para imponer los aranceles expira el 18 de octubre, de modo que hay margen para que las conversaciones se extiendan algunos días.
  2. Trump siempre negocia duro: cualquiera que conozca el estilo negociador de Donald Trump sabe que "hay partido" hasta el último minuto. Es cierto es que el presidente estadounidense es un experto en tensar la cuerda desde el primer minuto de cada negociación, pero también es cierto que su maximalismo inicial busca consolidar una posición de fortaleza que le facilite el curso de las conversaciones, al desplazar a su contraparte a una actitud más blanda y conservadora. Por tanto, la capacidad del equipo negociador europeo a la hora de darle la vuelta a esta situación se antoja crucial para lograr una solución favorable a los intereses del Viejo Continente.
  3. La mitad de los aranceles anunciados son ilegales: las ayudas indebidas concedidas a Airbus ascienden a 6.800 millones de euros. Sin embargo, Washington ha divulgado una lista de 1.500 productos que podrían verse afectados por los aranceles y que, en suma, generan ventas a Estados Unidos por valor de 14.000 millones de euros. Por tanto, si no hubiese acuerdo, el Gobierno de Trump tendría que renunciar a la mitad de las sanciones previstas. Esto puede significar dos cosas: la lista de productos puede verse acortada (por ejemplo, el vino se queda fuera pero el aceite sale afectado, o viceversa) o la tarifa aplicada puede ser un 50% más baja (de modo que el recargo en la frontera sería del 12,5% y no del 25%).
  4. La multa durmiente: la OMC constató en 2002 que Estados Unidos había concedido ayudas fiscales indebidas a Boeing por valor de 3.700 millones de euros. Han pasado más de tres lustros y Bruselas no ha aplicado aún estas sanciones comerciales. Sin embargo, el OK de la OMC sigue encima de la mesa, de modo que el equipo negociador europeo puede amenazar con activar la "multa durmiente" si Washington no rebaja sus pretensiones.
  5. Malos tiempos para Boeing: no hay que olvidar, además, que Boeing atraviesa un momento delicado y, de hecho, viene de cerrar el peor trimestre de su historia, con unas pérdidas de 2.700 millones de euros en su operativa de abril a junio. Los accidentes de su avión 737 MAX en Indonesia y Etiopía han puesto la lupa sobre dicho modelo, cuyas ventas se han desplomado. De modo que la delegación europea puede optar por concentrar su estrategias de presión en el sector aeroespacial, que al fin y al cabo está en la raíz de este conflicto.
  6. La otra sentencia pendiente: los juicios de la OMC se caracterizan por su lentitud, de modo que no hay manera de saber cuándo se resolverá un juicio iniciado en 2005 que debe dirimir la legalidad de las ayudas concedidas por Estados Unidos a su gigante aeroespacial Boeing. Las autoridades comunitarias y Airbus consideran que los incentivos fiscales ofrecidos a Boeing incumplen las normas internacionales de comercio y, de momento, todo indica que su criterio prevalecerá, puesto que el Órgano de Apelación de la OMC falló el pasado mes de marzo a favor de los intereses europeos. A la espera de la sentencia definitiva, es importante recordar que Airbus estimó en su momento que estas ayudas le causaron un daño cercano a los 15.000 millones de euros.
  7. La operativa de Airbus en EEUU: Airbus tiene una presencia muy potente en suelo norteamericano. Realiza sus programas de entrenamiento en un gran centro de simulación de vuelo con sede en Miami, Florida, y en otra instalación de menores dimensiones ubicada en Denver, Colorado. Además, mantiene dos grandes fábricas en Wichita, Kansas, y Mobile, Alabama, así como un dos edificios corporativos en Herndon y Ashburn, en el Estado de Virginia. Todos estos territorios son vitales para la estrategia electoral de Trump, de modo que la delegación europea puede presionar por esta vía, anunciando un menor ritmo de producción en dichos centros de trabajo, con el consecuente golpe al discurso de "resurgir industrial" que defiende insistentemente la Casa Blanca.
  8. La triangulación como último recurso: como no todos los miembros de la Unión Europea se verán afectados por los aranceles, cabe la posibilidad de establecer centros de exportación en demarcaciones que no van a sufrir las medidas comunicadas por Trump. Esta estrategia, conocida como "triangulación", puede realizarse de forma sectorial, para compartir costes y lograr mejores condiciones logísticas que, en última instancia, permitan una entrada razonablemente sencilla en el mercado norteamericano.

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