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José T. Raga

Y la economía para cuándo

No apruebe un gasto, por importante que usted lo considere, si no tiene el ingreso capaz de financiarlo.

Sí, señor Sánchez. Yo comprendo que, en un período electoral, los candidatos que concurren a las elecciones, llevados del entusiasmo requerido para los mítines del momento, presenten una realidad virtual que, seguramente, estará muy lejos de la verdadera.

Me da la impresión de que todas esas promesas son producto del empeño en introducir las ideas de bienestar y complacencia para todos, más aún para aquellos de los que esperamos su voto, revistiendo los mensajes con los ornatos de la justicia, aunque se infrinja el principio básico de dar a cada uno lo suyo.

Es cierto que todos aspiramos a vivir cada vez mejor, aunque no es menos cierto que todos, desde el más rico al más pobre, saben que siempre habrá objetivos que quedarán sin satisfacer, por falta de recursos.

Por ello, transcurrido el diez de noviembre, y con un mapa de electos de lo más diverso, es a usted, por razones de matemática electoral, a quien corresponde iniciar los pasos que le puedan llevar a una acción de gobierno.

Un Gobierno que es de su responsabilidad –algo nos ha dicho– y que tendrá que hacer frente a la situación económica de España; aquella que usted prefirió ignorar al término de su anterior mandato. No soy quien para aconsejarle, pues no paso de ser un anciano español que desearía acabar sus días sin más conflictos que aquellos que mi salud pueda soportar.

Habida cuenta de ese objetivo, tan mediocre en aspiraciones, tengo como único patrimonio haber vivido un largo trecho de nuestra historia, tratando de ser útil a los demás. Quizá nunca lo haya conseguido.

Así las cosas, y contando con su indulgencia, me atrevo a advertirle acerca del peligro de mezclar economía e ideología; o lo que es peor, aceptar que la ideología cierre los ojos a la economía.

La economía, tenga usted muy en cuenta, es una ciencia positiva y no normativa, como pretende alguna ideología; está sometida a reglas semejantes a la física, por ejemplo. Es decir, es lo que es y no lo que algunos quisieran que fuera.

Respete usted sus principios, como respeta el principio de la gravitación. Unos principios que es difícil no conocer, porque los tenemos muy asumidos en nuestro propio hogar. Los recursos son siempre escasos y susceptibles de usos alternativos. Por ello, los que se dedican a un fin no pueden dedicarse a otro.

No apruebe un gasto, por importante que usted lo considere, si no tiene el ingreso capaz de financiarlo. No es verdad que el gasto público y el déficit presupuestario produzcan riqueza. Países que pensaron así se hundieron en la mayor de las pobrezas.

Vea usted en qué quedó la ingente riqueza de la Unión Soviética. Petróleo, gas, minerales preciosos… Todo, resumido en insostenibilidad, en pobreza y hambre del pueblo, en quiebra económica y financiera.

Y no desaliente usted a aquellos que producen riqueza; son los benefactores de la nación.

En Libre Mercado

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