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EDITORIAL

Los impuestos y la riqueza se repelen

Subir impuestos y expandir el Estado es no sólo una inmoralidad sino un inmenso y contraproducente error.

La mendaz teoría de que a mayores impuestos, mejores servicios públicos y mayor bienestar social es repetida por la izquierda hasta la saciedad. Y PSOE y Podemos pretenden aferrarse a ella para asestar un sablazo fiscal formidable al contribuyente, a quien con total desfachatez mienten que es 'por su bien'.

Ya lo avanzaba, sin siquiera disimular, la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, el pasado verano: para la socialista, lo de que el dinero está mejor en el bolsillo de los ciudadanos es "un mantra". "Parece que la fiscalidad a la baja es lo que está de moda", decía Montero sin vergüenza. Ahora, se va a encargar de que la moda cambie radicalmente.

"Nunca se ha demostrado que una bajada de la contribución se traduzca en un estímulo económico o en una mayor capacidad recaudatoria", decía verdaderamente sin vergüenza la sonrojante Montero, que por lo visto también ignora la Curva de Laffer, que prueba que, llegando a unos determinados límites, a menos impuestos se puede conseguir una mayor recaudación, y viceversa. Cuando eres el titular de Hacienda y profieres insensateces así, pecas de ignorancia imperdonable o eres un mentiroso de la peor especie. Menudo panorama.

Más que de Laffer, Montero será fan de Thomas Piketty, el último gurú de la izquierda, que anda abogando por imponer tributos del 90% a las rentas más altas, atraco infame e injustificable que tendría un efecto devastador sobre la economía que lo padeciera.

La Paradoja Simpson desmonta la interpretación que se hace desde la izquierda más liberticida sobre la relación entre presión fiscal y desarrollo económico. Así, una mayor presión fiscal no implica mayores niveles de renta ni de desarrollo económico, por lo que subir impuestos y expandir el Estado no sólo una inmoralidad sino un inmenso y contraproducente error.

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