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EDITORIAL

Un Mobile World Congress donde te dejen en paz

Colau aventa su desprecio hacia el visitante extranjero que quiere hacer negocios en su ciudad y Ayuso hace todo lo contrario: abrirle las puertas.

A poco más de un mes para la celebración del Mobile World Congress (MWC) en Barcelona, Ada Colau saludó a la feria más importante de la telefonía móvil a su muy bochornosa manera: atacando el 5G. Y es que a su Consistorio no se le ocurrió otra cosa que publicar en su web un artículo, titulado "El 5G no es inocuo", cargado de patrañas y bulos sobre esa tecnología, tan importante para las compañías que se dan cita en el MWC. Con tremenda desfachatez, el libelo de marras –que ha sido retirado de la referida web tras el escándalo suscitado– asocia el 5G con el cáncer y da consejos de auténtica vergüenza ajena, como no "llevar el móvil cerca del cuerpo" para no ser víctima de los males que infligirían las ondas telefónicas.

Naturalmente, en el sector están indignados con la deplorable alcaldesa de Barcelona, que no pierde la ocasión para hacer gala de su militancia en la peor izquierda reaccionaria, auténtica lacra para el avance de las sociedades.

Como es bien sabido, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se ha ofrecido a acoger el MWC en la capital. "Estamos preparados para acoger el Mobile. ¡Iremos a por él!", proclamó el jueves una Ayuso más que dispuesta a llevar a Madrid una feria de enorme importancia. Colau entonces vino a llamar chabacana a la mandataria madrileña y la acusó de marrullerismo político. Colau. Ver para creer.

La polémica Ayuso-Colau ilustra las descomunales diferencias entre dos maneras de gobernar radicalmente distintas. Mientras la ultraizquierdista que padecen en Barcelona llama la atención por sus prohibiciones sin cuento, sus incesantes ataques a los creadores de riqueza y a la propiedad privada, la lideresa de la Comunidad de Madrid confía en la libertad, la facilidad para hacer negocios, la fiscalidad baja y la estabilidad presupuestaria. Colau aventa su desprecio hacia el visitante extranjero que quiere hacer negocios en su ciudad y Ayuso hace todo lo contrario: abrirle las puertas.

No es de extrañar que la capital catalana haya dejado de ser un referente de dinamismo y modernidad y visto caer en picado su imagen internacional, cada vez más vinculada a la incertidumbre y la inseguridad, en todos los ámbitos. La pulsión antisistema de Colau le ha llevado a poner coto a incontables proyectos empresariales extremadamente beneficiosos para los barcelonesas, así como a contemporizar o algo peor con mafias como las que viven de explotar a los inmigrantes ilegales y de la execrable okupación.

Nada más encaramarse a la Alcaldía, dictó una moratoria hotelera que también afecta a albergues y apartamentos turísiticos y que, casi cinco años después, sigue ahí, causando estragos: son ya más de 1.000 millones de euros en inversiones los que ha perdido por ello Barcelona. Cadenas como Four Seasons o Marriott han visto cómo se les cerraban las puertas de una ciudad que ha pasado de ser un destino de referencia a la meca de la turismofobia (una concejala de Colau tuvo la desfachatez de tachar a los cruceristas de "plaga de langostas").

Cómo sorprenderse, pues, de que Madrid superara el año pasado a Barcelona en atractivo hotelero por quinta vez consecutiva, y de que la capital de España recibiera en 2019 el doble de inversión en tal sector que la capital de la región catalana (454 vs. 242 millones).

El mundo de la vivienda también ha sufrido los estragos de la gestión de Colau. Su guerra a los promotores hundió la obra nueva en Barcelona un 55% durante los primeros tres trimestres de 2019, cuando en el conjunto de España subió un 9%. Nadie en su sano juicio querría invertir un solo euro en un inmueble en una ciudad cuya regidora persigue a los propietarios y alienta el robo de viviendas a través de la okupación. El efecto no ha sido otro que una escalada de precios ante la falta de oferta, lo que golpea especialmente a los sectores menos prósperos, a los que dice defender Colau sin vergüenza. Una Colau que, para terminar de hundir a la segunda ciudad de España, se ha sumado con entusiasmo a la ofensiva hispanófoba del nacionalismo golpista catalán.

Ante este panorama, lo raro es que el MWC siga aún en Barcelona. En 2017, sus organizadores ya amenazaron con marcharse por la tensión generada por el golpismo; ahora, Ayuso les ha mandado un mensaje bien sencillo y contundente, tan difícil de escuchar de boca de un político: "A Madrid se viene a que te dejen en paz".

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