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José T. Raga

Todo menos ofender

La sociedad española está siendo ofendida por el multitudinario Gobierno del señor Sánchez.

Esta era, desde luego, la norma mínima esencial que debía respetarse para asegurar la convivencia pacífica de una comunidad. Solía ensamblarse con la buena educación, eso tan denostado por la progresía y que ha distinguido siempre a unas sociedades de otras.

Pues bien, sin pecar de pesimismo excesivo, podemos afirmar que la sociedad española está siendo ofendida por el multitudinario Gobierno del señor Sánchez. La presunción de que el pueblo español vive en ignorancia suma, o mejor, que los españoles son sumamente ignorantes, capaces de aceptar cuanto se les dice por los que les mandan, sin discusión, sin cuestionamiento, es hoy una forma habitual de ofensa.

No quisiera hacerlo yo, pero no creo que me aleje de la realidad –es una estadística compleja y poco unánime– si digo que la inteligencia media de los españoles debe de situarse muy por encima del nivel medio de la del conjunto de vicepresidentes, ministros y altos cargos que siguen, sin opinión, al presidente adalid.

Al español nunca le ha faltado sentido de dignidad personal, prevalente sobre cualquier otra circunstancia. En mi hambre mando yo, respondió un español muy pobre a quien le ofrecía dinero por votar a un diputado no de su gusto.

¿Por qué cuando ya eres diputado votas lo que te ordenan? No digamos nada si eres ministro. Ya conocen el lema del Gobierno: muchas voces pero una sola palabra; la del presidente.

El problema surge cuando tratan de explicarte que no eres capaz de entender que lo hacen por el bien de todos los españoles; ahí empieza la ofensa.

España está, de hecho, en suspensión de pagos –prefiero llamarlo así–. Algunas comunidades autónomas han exteriorizado su deseo de reclamar judicialmente las deudas de la Administración central para con ellas. La deuda pública crece, el déficit público está en niveles inimaginables hace sólo un año y las advertencias europeas e internacionales son continuas. Mientras, el presidente, olvidando sus promesas electorales de corrección financiera –como olvidó el plagio en su tesis doctoral–, se reviste de prodigalidad, repartiendo cargos y dádivas que suponen gastos cuantiosos para el Presupuesto y nuevos déficits.

Pues ustedes no pueden entenderlo –yo tampoco–, pero la vicepresidenta Calviño –bueno, ya saben que ella es la voz, la palabra es del presidente– les ha explicado que el Pacto de Estabilidad Europeo no se corresponde con la realidad de España. ¿No será al revés, señora vicepresidenta?

Esos otros países más estables a los que se refiere, ¿no serán los que hacen lo que deben? ¿Es tan difícil reconocer que estamos tirando recursos escasos a un saco sin fondo?

¿Es una decisión neutra el número de carteras ministeriales estériles del actual Gobierno? ¿Cabe decir, aunque sea sólo voz, que se ha hecho una gestión presupuestaria responsable? Eso es lo que yo llamo ofensa al pueblo español.

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