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José T. Raga

Quien no guarda cuando tiene...

De lo que pase en España es usted el único responsable, señor Sánchez.

Permitan que comience estas líneas como no es habitual, homenajeando a la tierra que me vio nacer, y hacerlo en memoria de un valenciano ilustre, Fray Luis Galiana O. P. (1740-1771), que nos dejó, entre publicaciones de gran enjundia, una recopilación manuscrita de refranes valencianos que se editaría en 1920.

Y es ésta, que consideraríamos una obra menor, la que trae colación para el objetivo de estas letras. El refrán, en español, rezaría así: "Quien no guarda cuando tiene, no come cuando quiere" (Qui no guarda quant té, no menja cuant vol). Apréndalo, señor Sánchez, porque de lo que pase en España es usted el único responsable.

En el refranero español aparece la versión positiva, "Quien guarda halla", o equivalentes. Pero hoy en España, también en Europa, estamos hablando de quien no guardó, por ello recurro al que desde niño oí a mis mayores.

Ir de pobre y de desgraciado por la vida puede ser una actitud con resultado, si no va ligada con la soberbia, la arrogancia y con el petulante "haré lo que quiera y pactaré con quien quiera".

Señor presidente, usted que ostenta un doctorado en Economía y Empresa, sí debería conocer la obra de Adam Smith Investigación de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones (1776). En su Libro V hay un pasaje que su Gobierno deberían tener como punto primero en el orden del día de cada Consejo. En la versión española dice:

La falta de parsimonia general, en tiempo de paz, es una de las principales causas de contraer deudas en tiempo de guerra.

Por si fuera necesario, parsimonia es definida por la RAE como "frugalidad y moderación en los gastos".

¿Cree usted, señor presidente, que, en momentos de crisis, pasar de un Gobierno (Rajoy) de 13 miembros (12 ministros, más una vicepresidenta) al actual, de 22 (18 ministros, más 4 vicepresidentes), muestra el mínimo signo de frugalidad y moderación? Ello, sin entrar en sus cuantías ni objetivos.

¿Y apela usted a la solidaridad europea? ¿No habrá confundido solidaridad con prodigalidad? Igual que hay personas pródigas, incapaces de administrar los bienes de que disponen (Lc. 15, 11-32), hay también países pródigos, con igual incapacidad, al considerar que el dinero público no es de nadie, además de ser inagotable.

Que la Unión Europea decida dotar con 100.000 millones, o con cuantos fueren, para ayudas a Italia y España, aparte de satisfacer sus gastos –dejémoslo así–, quizá sea el inicio del desmoronamiento de la Unión, que se construyó por quienes sabían sobradamente la importancia de la solidaridad entre hombres y naciones libres.

Esto, para mí, es otra cosa.

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