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José María Rotellar

La terrible realidad de la economía española que reflejan el Banco de España y la OCDE

Ningún país caería tanto como España si se produjese un rebrote de la enfermedad que llevase a efectuar un segundo cierre productivo.

Ningún país caería tanto como España si se produjese un rebrote de la enfermedad que llevase a efectuar un segundo cierre productivo.
Bandera de España a media asta en la sede del Banco de España | Europa Press

El Gobierno, que en febrero e incluso en marzo se resistía a revisar el cuadro macroeconómico, lo hizo en abril, cuando tuvo que enviar la actualización del programa de estabilidad, pero siguió dibujando un escenario algo benigno, pese a la magnitud de las cifras de caída que representaban. Fue entonces cuando la vicepresidenta Calviño habló de la recuperación en uve asimétrica, que para el Gobierno significaba que hasta el último trimestre de 2021 no se podría estar en condiciones de volver a los niveles económicos de 2019.

Sin embargo, día tras día, en gran parte por la mala gestión de Sánchez no sólo en la gestión sanitaria, que por falta de previsión y actuación temprana con medidas mucho más suaves decretó, a mediados de marzo, el cierre productivo de gran parte de la economía nacional -y quince días de toda la economía nacional no esencial-, sino también además en el ritmo de reapertura -eso que llaman "desescalada", término que no existe-. La lentitud adoptada asfixia a las empresas, muchas de las cuales no pueden abrir por las restricciones impuestas por el Gobierno, especialmente la hostelería, el turismo y el ocio, que provocará su cierre definitivo y la pérdida de miles de empleos.

Todo ello, ha llevado al Banco de España a revisar sus estimaciones, con tres escenarios, que nos llevan a una caída del PIB en 2020 del 9%, del 11,6% o del 15,1%, según nos encontremos en un escenario de recuperación rápida, lenta, o con un nuevo cierre productivo por un rebrote de la enfermedad, respectivamente.

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Eso implicaría una tasa de paro en 2020 del 18,1%, del 19,6% y del 23,6%, respectivamente. Es decir, en el peor de los escenarios nos acercaríamos a los 5,5 millones de parados.

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En 2021, dependiendo del escenario en el que se mueva, finalmente, la economía nacional, podría producirse un crecimiento del 7,7%, 9,1% ó 6,9%, respectivamente, insuficiente, en todos los casos, para recobrar en un año los niveles anteriores, elemento que le lleva al Banco de España a considerar que hasta 2023 no podrá alcanzarse el nivel anterior de actividad económica.

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Ahora bien, una vez más, el mayor problema reside en el mercado laboral español, puesto que en cualquiera de los escenarios la tasa de paro queda muy lejos del 13,78% del cierre de 2019 (ya de por sí muy elevada). De esa manera, en 2021 el Banco de España estima que la tasa de paro será del 18,4%, 18,8% ó del 24,7%, respectivamente. En este último caso, el número de desempleados sería de 5,7 millones de personas.

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Es más, se mantendría en 2022 en niveles muy altos, superiores al 17% en todos los casos, y en el peor escenario superior al 20%.

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La OCDE, en la misma línea

Por otra parte, la OCDE ha publicado su informe semestral de perspectivas de la economía mundial, en el que recoge las predicciones sobre los efectos económicos esperados por la crisis derivada del coronavirus, así como un segundo escenario en el que se llegase a dar un rebrote.

Los datos son demoledores. Nunca se había visto nada igual desde la II Guerra Mundial. De esta manera, el conjunto de economías de la OCDE caerá entre un 6% y un 7,6% en 2020, dependiendo de que no haya rebrote o de que haya que cerrar de nuevo la actividad productiva, respectivamente. La tasa de paro podría llegar a ser, en este segundo caso, del 9,2%, casi el doble que en 2019.

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Todas las economías presentan caídas importantes, moviéndose en la horquilla de los dos escenarios (sin rebrote y con rebrote): Francia caerá ente un 11,4% y un 14,1%; Italia entre un 11,3% y un 14%; el Reino Unido entre un 11,5% y un 14%; la zona euro entre un 9,1% y un 11,5%; Alemania entre un 6,6% y un 8,8%; y Estados Unidos entre un 7,3% y un 8,5%.

Ahora bien, ninguno caería tanto como España si se produjese un rebrote de la enfermedad que llevase a efectuar un segundo cierre productivo. De esa manera, la OCDE pronostica para España una caída del PIB en 2020 de entre el 11,1% y el 14,4%. No es la que más caerá en el escenario sin rebrote -aunque de manera similar a las que más- pero sí que sería el país más afectado si se volviese a cerrar la economía.

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Los elementos básicos que componen el descenso son el consumo privado, que caerá entre un 13,4% y un 17,3%, y la inversión, que descenderá entre un 20,1% y un 24,7%, elementos que muestran tanto la pérdida de poder adquisitivo como el empeoramiento de expectativas.

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Todo ello, llevará a una tasa de paro de entre el 19,2% y del 20,1%, que significa que tendremos un número de parados que se situará alrededor de los cuatro millones y medio de personas, entre los 4,4 millones y los 4,6 millones, que es más benigno que la estimación del Banco de España, que como hemos dicho antes, eleva el número de parados, en el peor escenario, a 5,4 millones en 2020.

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Siendo muy preocupante la caída de la actividad económica y, sobre todo, del empleo en España en 2020, lo más inquietante es que si se diese un segundo cierre productivo el ritmo de recuperación de la economía española en 2021 no sería el esperado 7,5% sino del 5%, con la particularidad de que en dicho caso de un rebrote seguiría subiendo la tasa de paro, hasta el 21,9%, equivalente a más de cinco millones de desempleados. Para el Banco de España, recordemos, en ese peor escenario la tasa de paro sería mayor en 2021, un 24,7%, con 5,7 millones de parados.

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En cualquier caso, aunque no haya rebrote el crecimiento económico no conseguirá recuperar gran parte del empleo perdido, pues en ese supuesto más optimista la tasa de paro descendería hasta el 18,7%, es decir, 4,3 millones de parados, un millón cien mil más personas desempleadas que a cierre de 2019 para la OCDE. Para el Banco de España, en el mejor escenario la tasa de paro sería algo inferior, un 18,4%, 4,2 millones de desempleados. Son unas cifras muy elevadas, que incrementarán el gasto por prestaciones, disminuirán la recaudación y lastrarán la recuperación.

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Déficit y deuda también se desbordarán en España, tal y como contempla la OCDE: el déficit se moverá entre un 10,3% y un 12,5% del PIB en 2020, cifras muy preocupantes.

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Su consecuencia, la deuda, se moverá entre un 117,8% y un 129,5%, sí, han leído bien, y eso que el tratado de Maastricht excluye muchos pasivos financieros que sí se recogen en otros países de la OCDE, porque, de incluirlos para hacerlo comparable con otros países que no sean de la eurozona, entonces la deuda española sobre el PIB llegaría a moverse entre un 139,5% y un 151,2%.

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Una vez más, el gran problema es el carácter estructural de gran parte del gasto, que junto con una lenta recuperación de los ingresos hará que el déficit español siga siendo enorme en 2021: entre el 6,2% y el 9,6%, que hará que la deuda sobre el PIB apenas se reduzca, al estar en el siguiente ejercicio entre el 115,8% y el 128,8%.

La OCDE muestra, así, una gran debilidad de la economía española: elevado endeudamiento, alto déficit estructural que sale a la luz en cuanto el componente coyuntural positivo del saldo presupuestario desaparece (siendo también negativo) y un mercado de trabajo que destruye empleo a borbotones en cuanto la economía cae, que denota una baja productividad.

Lo mismo refleja el Banco de España, que por eso pide reformas de profundidad en 2021 en la economía española, para que se pueda generar actividad de manera estructural en España y se retorne a la estabilidad presupuestaria, que era lo mismo que también solicitaba la AIReF, debido al crecimiento exponencial del endeudamiento español.

Por eso, España necesita reformas, muy profundas y urgentes: lo dice la Comisión Europea y lo reflejan estos datos de la OCDE. Sólo con reformas estructurales podrá España recuperarse antes y de manera sólida. Reformas es lo que precisa la economía española, y no la amenaza de la derogación de la reforma laboral, deseos de nacionalización y ansia de confiscatoriedad, que es lo que muestra el Gobierno engullido por Podemos. Calviño debe plantarse e imponer las reformas necesarias porque si no la economía española no se recuperará a tiempo y millones de personas permanecerán años en el desempleo, debido a un estancamiento prolongado de la actividad económica.

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