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El desarrollo exponencial de la industria de la impresión 3D

Las impresoras 3D pueden imprimir desde objetos pequeños y básicos, hasta mucho más complejos como vehículos o incluso edificios de viviendas.

Las impresoras 3D pueden imprimir desde objetos pequeños y básicos, hasta mucho más complejos como vehículos o incluso edificios de viviendas.
Impresora 3D | Pixabay

La crisis creada por la pandemia global de la covid-19 ha puesto de actualidad y ha resaltado aún más el valor que la tecnología de impresión en 3D tiene ya en estos momentos sobre otras en aspectos como la relación calidad-precio o la celeridad a la hora de crear un producto y llegar al consumidor. Hemos sido testigos de la reciente contribución en dicho sentido a la hora de imprimir en 3D productos esenciales para el personal sanitario en primera línea de combate contra el coronavirus. Desde visores de protección hasta guantes, pasando incluso por respiradores para centros hospitalarios.

Esta contribución ha llegado no solo de empresas especializadas en el sector, sino también de contribuciones individuales por parte de profesionales con la formación adecuada y capaces de imprimir un producto desde sus propias impresoras 3D. Todo ello ha hecho posible en muchos casos mitigar la espera y el coste económico derivados de la necesidad de importar materiales básicos y vitales para nuestros sanitarios en mitad de una crisis pandémica que, desafortunadamente, pilló en muchos casos en fuera de juego a nuestro sistema de salud en lo relativo a las reservas necesarias de dichos materiales y equipamientos de protección.

La tecnología de impresión en 3D echó a andar nada menos que a comienzos de los años 80 del siglo pasado, cuando distintas empresas comenzaron a desarrollarla y a patentar los resultados de sus investigaciones y avances. No obstante, no ha sido hasta estos últimos años cuando verdaderamente se ha consolidado como alternativa a otras tecnologías. Aunque a los no iniciados en el tema pueda parecer que la impresión 3D tenga un cierto punto de ciencia ficción, la verdad es que estamos ante una tecnología con varias décadas de desarrollo y recorrido, que ha llegado para quedarse entre nosotros y cuya progresión en los próximos años parece no tener límites. Pero, ¿en qué consiste realmente esta revolucionaria tecnología?

Básicamente, el modelo de producto a fabricar mediante impresión 3D será el resultado de llevarlo a planos virtuales de diseño por ordenador (CAD) que la impresora utilizará a modo de guía durante el proceso de impresión. Un formato de archivo informático de diseño CAD será utilizado para definir la geometría del objeto a imprimir. El siguiente paso es añadir a una especie de lecho de construcción de la impresora un material que aglutine y estratifique el producto y que dará como resultado final un objeto impreso tridimensionalmente.

El impresionante futuro de la impresión 3D

La impresión en 3D es algo que puede cambiar al mundo y replantear nuestro modelo de hacer casi todas las cosas en los próximos años y décadas. Aunque su puesta en marcha como concepto y su posterior desarrollo comenzaran hace ya bastante tiempo, podemos afirmar que estamos aún en lo que sería casi su infancia o adolescencia. Pero su potencial de impacto en nuestras industrias, nuestras sociedades e incluso en nuestra relación con el medioambiente es de proporciones solo comparables quizá a lo que en un momento de nuestra historia supuso la creación de la máquina de vapor y la posterior revolución industrial.

Todo apunta a que estamos asistiendo al nacimiento de una nueva era tecnológica en la que esta técnica nos permitirá imprimir a demanda todos los objetos necesarios para cubrir nuestras necesidades. Desde objetos pequeños y básicos, hasta mucho más complejos como vehículos o incluso edificios de viviendas. Además, será relativamente fácil para cualquiera de nosotros disponer de nuestra propia impresora 3D en el hogar, como si de otro electrodoméstico se tratase.

Ello llevará implícito eventualmente un cambio muy significativo en los modelos productivos por los que nos regimos en la actualidad. Y uno de los cambios más importantes se derivaría del sustancial abaratamiento de los costes de producción que permitiría producir en masa a un precio irrisorio comparado con el modelo actual. Pasaríamos de lo que se conoce como una economía de escala a una economía definida por la descentralización de la producción.

Ventajas que pueden cambiar nuestro mundo

Aunque superar el actual modelo de nuestra economía llevará todavía tiempo y habrá que superar un buen número de barreras en esta carrera hacia una nueva realidad, sin duda estamos ante los primeros indicios de que la tecnología de las impresoras 3D supondrá el nacimiento de una era cuyos límites aún son una incógnita.

La vuelta a un modelo de producción local que puede suponer la generalización en nuestra sociedad de la impresión en 3D traerá un sinfín de ventajas que no pueden dejarnos indiferentes. Podríamos asistir a una drástica reducción en la cantidad de desechos industriales y basuras que no volvemos a utilizar en nuestras ciudades y pueblos. Asimismo, ya no dependeríamos del transporte de mercancías desde otros puntos lejanos al nuestro, con una innegable contribución a la reducción de la contaminación en nuestro planeta. Las impresoras 3D contribuirían también a la general implantación entre nosotros de una cultura del reciclaje y reutilización de productos.

Las ventajas se harán notar también en nuestros bolsillos, ya que muchos de nuestros bienes de primera necesidad serían mucho más asequibles económicamente debido al importante descenso de los costes a la hora de producirlos. Incluso el acceso a viviendas dignas y de calidad sería más igualitario y supondría una fracción de los actuales gastos de compra a las familias. Por otro lado, el acceso generalizado a esta tecnología de comunidades en países en desarrollo o del llamado tercer mundo puede suponer la autosuficiencia de las mismas y un proceso de redistribución de la riqueza sin parangón en nuestra historia.

Definitivamente estamos ante una herramienta que nos dará la capacidad de traducir nuestros diseños, conceptos e ideas en objetos, independientemente de lo complejo de su creación y del resultado final. Una herramienta que puede transformar nuestras vidas desde un punto de vista económico, laboral, social y cultural. No será fácil dejar atrás los mecanismos que han marcado nuestra sociedad durante mucho tiempo, pero todo apunta a que el imparable desarrollo de la impresión en 3D seguirá su avance hasta alcanzar cotas que aún desconocemos y solo acertamos a adivinar.

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