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El palacete abandonado del presidente de la primera República en La Granja se convierte en fábrica de mascarillas

Una empresa se ubica en este histórico edificio para producir equipos de protección en plena lucha contra la Covid 19.

Una empresa se ubica en este histórico edificio para producir equipos de protección en plena lucha contra la Covid 19.
Fachada del palacete del general Serrano, ahora sede de una empresa. | David Alonso Rincón

La pandemia por coronavirus lo está cambiando todo a marchas forzadas. En la pequeña, aunque histórica localidad del Real Sitio de San Ildefonso (La Granja), en la provincia de Segovia y muy cerca de Madrid, se ubica una empresa que ha sabido tomar una nueva dirección de su negocio textil, empujados por la necesidad de dar suministro de material de protección médico con calidad, en esta época tan insegura que nos ha tocado vivir.

Es un día lluvioso, el primero después de todo un verano de temperaturas infernales durante el día y demasiado elevadas para dormir por la noche. Parece que el tiempo ha dado una tregua a casi toda España y es un bueno momento para visitar la sede de Lauwood Healtcare, donde dos de sus responsables atienden a este medio, Laura Tapias y Fran Tor, fundadores de una pequeña empresa local, orgullosa de dar trabajo a casi 20 personas, en un pueblo de Castilla y León muy castigado por la etapa dura de la pandemia: "en la Granja ha habido casi 90 fallecidos y somos unos 6000 habitantes. Se ha pasado mal, ha sido muy duro" recuerda de forma solemne Laura.

La nueva sede de esta empresa se distingue a lo lejos por ser un edificio que no aparenta lo que contiene en su interior: una fábrica de producción productos médicos como mascarillas o batas. El lugar es bien conocido por los vecinos del pueblo, un lustroso palacete, también conocido como Hotel Serrano, cuyo nombre responde al del general Francisco Serrano y Domínguez (1810-1885), último presidente de la Primera República, que lo encargó construir a finales del siglo XIX.

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Laura Tapia y Fran Tor. | D.A.

Además de una céntrica y concurrida calle en Madrid en su honor, el general Serrano fue uno de los hombres más importantes de su época en España y así lo avalan sus cargos: presidente del Consejo de Ministros en cuatro ocasiones, Regente del Reino (entre el 15 de junio de 1869 y el 2 de enero de 1871) y Presidente del Poder Ejecutivo de la República española (entre el 3 de enero de 1874 y el 30 de diciembre de 1874), además de luchar en las Guerras Carlistas y de poseer el título de Caballero de la Orden del Toisón de Oro. Ahí es nada.

Este edificio, con una superficie construida de unos mil metros cuadrados en una parcela de casi 5.000 metros, propiedad ahora de Patrimonio Nacional, estuvo semi abandonado hasta que fue rescatado y rehabilitado por esta pequeña pero valiente empresa, que desde el 1 de julio paga religiosamente un alquiler al Estado por la utilización del mismo. De hecho la rehabilitación de su interior y jardines ha sido costeada por la propia empresa.

De su existencia dan cuenta una de las antiguas guías de viaje de La Granja de 1884: "Inmediato al camino del paseo del camino de Segovia, que tan concurrido se ve en las tardes de verano, y precedido de un pequeño jardín inglés, cerrado por verja de hierro al exterior, hay un hotel construido al gusto moderno por el señor Duque la Torre, a quien perteneció algún tiempo este terreno".

Como casi siempre, la apariencia no es lo importante, sino el interior y es por eso que esta empresa, ya experimentada en el sector textil, ahora ha añadido una nueva línea de trabajo con la producción de material sanitario, tan necesario y demandado durante estos últimos meses y lo que nos queda. "Hacer mascarillas es un trabajo laborioso y más si tienen un límite de uso. De todas las empresas que en su momento ayudaron con la producción de mascarillas, pocas quedan", afirma contundente Laura, que deja muy claro que su principal objetivo es "dar trabajo, tanto directo, como indirecto, a la población rural y local".

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Una de las trabajadoras elabora una mascarilla. | D.A.

Durante un momento de la visita, desde la segunda planta de sus recién estrenadas instalaciones palaciegas, se escucha un murmullo de fondo, una especie de celebración que parece venir de la zona de embalaje donde sus empleados mantienen una conversación con un tono alegre. El buen ambiente se palpa a pesar de la profesionalidad estricta en cuanto a seguridad y limpieza y no es para menos. Estos empleados parece que trabajan con alegría y empeño, como si de un servicio desinteresado se tratara.

Según sus fundadores la cifra de producción de salida de esta empresa es de 10.000 batas semanales y unas 14.000 mascarillas diarias, aunque esta cifra es previsible que aumente en las próximas semanas ya que se espera la llegada de la nueva y esperada maquinaria, como si se tratara de un niño que cuenta los minutos para recibir los regalos de su cumpleaños. "A las 6 en teoría van a llegar", comenta Fran visiblemente emocionado, "cuando viene una máquina nueva estamos todos esperando como agua de mayo", en este caso como agua de agosto.

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El interior del palacete de Serrano en La Granja (Segovia) donde se ubica la empresa. | D.A.

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