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Las corridas de toros caen un 86%, asfixiadas por las restricciones sanitarias

En Salamanca, por ejemplo, las normas de la Junta solo permiten vender 50 entradas en un coso para 10.000 espectadores.

En Salamanca, por ejemplo, las normas de la Junta solo permiten vender 50 entradas en un coso para 10.000 espectadores.
Un año casi en blanco para el toreo | David Alonso Rincón

La Gran Recesión motivó una fuerte reducción en el número total de festejos taurinos celebrados en España, propiciando un descenso superior al 50%. Sin embargo, dicha caída no ha afectado tanto a las grandes Ferias como al pulmón provincial del toreo. No en vano, ocho de cada diez espectáculos que se han dejado de organizar se daban en cosos de tercera o en plazas portátiles.

Pese a la fuerte caída del circuito menor, vital para los novilleros y los toreros de menor relevancia, las luces del toreo han seguido brillando en las grandes capitales. La Economía del Toro, plataforma especializada en el análisis económico del toreo, estima que las plazas de toros mueven anualmente 500 millones de euros, una cifra que multiplica por cinco los datos de taquilla del cine español.

Además, tal y como ha verificado el ministerio de Cultura, la Fiesta sigue contando con cerca de 4 millones de españoles como clientes habituales, lo que significa que sus espectáculos reúnen, de media, a casi 2.700 espectadores. Lejos de ser un sector marginal, y a pesar del ruido político que generan los movimientos antitaurinos, el toro sigue moviendo masas.

Sin embargo, la pandemia de la covid-19 ha asestado una dura cornada al arte de Cúchares, propiciando un fortísimo descenso en la actividad taurina. Como muestra, otro dato demoledor de La Economía del Toro: mientras que en 2019 hubo más de 350 plazas de toros que abrieron sus puertas entre enero y septiembre, en lo que va de 2020, y considerando los espectáculos previstos para las tres próximas semanas, se estima que solo harán lo propio algo más de 50 recintos, un 86% menos. De cada siete plazas, seis se han quedado "en blanco". En cosos de Primera Categoría solo está previsto un espectáculo: la corrida del próximo 12 de octubre, Día de la Hispanidad, en Córdoba.

Ya el pasado mes de marzo, La Economía del Toro alertó del impacto que tendría la pandemia en el campo bravo, estimando que las pérdidas ascenderían a 100 millones de euros. Los cálculos no iban mal encaminados: la Unión de Criadores de Toros de Lidia y la Asociación de Ganaderías de Lidia estiman que sus pérdidas serán de 77 y 12 millones, respectivamente, y a esta cifra hay que sumarle las pérdidas de las explotaciones hierros vinculados a otras entidades (Agrupación Española de Reses Bravas, Ganaderos de Lidia Unidos, la Asociación de Ganaderos de Reses de Lidia…). En clave genética, esto supone el sacrificio de al menos 12.000 animales bravos, si bien la cifra final, que se conocerá en enero, puede ser incluso mayor.

También los profesionales que se visten de luces están sufriendo las consecuencias del parón. Como es lógico, los toreros de élite pueden aguantar mejor la situación, puesto que se trata de figuras muy cotizadas que han amasado grandes fortunas a lo largo de los años. Sin embargo, la situación de banderilleros, picadores y mozos de espada es distinta y poco ha ayudado que desde el SEPE se esté bloqueando el acceso de los toreros de plata a las prestaciones que sí están percibiendo otros sectores culturales.

Restricciones inasumibles

El colapso económico del mundo del toro está directamente ligado a las medidas sanitarias que se han adoptado contra la pandemia del covid-19. No hay que olvidar que más del 80% de los ingresos del toreo vienen de la taquilla, de modo que reanudar la actividad implica, necesariamente, volver a llenar de público los tendidos.

En comunidades autónomas como Castilla y León o País Vasco, la distancia interpersonal requerida o el aforo máximo permitido hacen totalmente inviables los espectáculos. En Salamanca, por ejemplo, las reglas de la Junta implican que solo podrían venderse 50 entradas en un coso con capacidad para 10.000 personas. Andalucía ha pasado de permitir un 50% de aforo hasta mediados de agosto a tolerar apenas 1/6 de plaza, lo que ha ha reducido la temporada de verano a un puñado de festejos organizados gracias a la inyección de recursos que posibilita la presencia de las cámaras de televisión. Castilla-La Mancha y Extremadura han sido más permisivas y, en el caso de la primera, los festejos retransmitidos por el canal autonómico han sido una constante semana tras semana, mientras que en la segunda se han celebrado algunos festejos sueltos, entre los que destaca la exitosa Feria de Mérida.

La Comunidad de Madrid, que había anunciado que permitiría hasta un 75% de aforo, ha denegado los permisos para todos los festejos previstos en agosto y septiembre, alegando informes desfavorables por parte de las autoridades sanitarias de la Administración regional. Esto ha dado el traste la posibilidad de celebrar toros en varias ciudades que ya habían anunciado sus Ferias: San Sebastián de los Reyes, Alcalá de Henares, Aranjuez, Miraflores, Valdetorres de Jarama...

Empresarios del sector consultados por Libre Mercado subrayan que ninguna de las corridas celebradas durante el verano se ha convertido en un foco de contagios, esencialmente porque el uso de mascarillas ha sido obligatorio y las medidas aplicadas han sido respetadas con rigor por la gran mayoría de los asistentes. No obstante, advierten que el panorama en 2021 puede ser inasumible y abogan por facilitar la reactivación sectorial permitiendo que los toros operen bajo protocolos renovados que sean compatibles con su actividad.

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