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Pablo Molina

Barra libre

La banda de Sánchez ha decretado barra libre y los políticos autonómicos de todos los partidos están de enhorabuena.

La banda de Sánchez ha decretado barra libre y los políticos autonómicos de todos los partidos están de enhorabuena.
La ministra de Trabajo, Yolanda Diaz, y el vicepresidente de Derechos Sociales, Pablo Iglesias, en el Congreso de los Diputados. | EFE

Los cuadros del partido de los Ceaucescu no caben en sí de gozo tras aprobar el Consejo de Ministros una subida del gasto público a niveles nunca vistos. La alegría de los chavistas, como siempre, corre pareja al pánico de los que pagamos impuestos, experiencia esta que, como la de trabajar en algo honrado, ninguno de ellos ha experimentado en su puñetera vida. Porque los políticos no pagan impuestos. Al contrario, viven de ellos. Sobra cualquier otra aclaración.

La banda de Sánchez ha decretado barra libre y los políticos autonómicos de todos los partidos están de enhorabuena. Como máquinas bien engrasadas de despilfarrar, las autonomías han recibido la buena noticia de que ya no tendrán siquiera que fingir economías para compensar la fuerte caída de los ingresos. Ahora podrán disparar también sus presupuestos al alza con el beneplácito del Gobierno de España, el escenario soñado por los mandarinatos regionales, que a partir del año próximo contarán con más dinero aún para sobornar a los votantes y comprar su apoyo electoral.

Y lo más escalofriante es que este camino directo a una nueva y más profunda recesión cuenta con el aplauso de la mayoría de los ciudadanos, a los que se les ha convencido de que la austeridad en las cuentas públicas no es un principio elemental que debieran observar todas las Administraciones para impedir el despilfarro, sino una sucia maniobra del neoliberalismo para empobrecer a las clases menos pudientes a base de recortes. Tan es así que los dirigentes populares huían de la palabra para no parecer enemigos del pueblo, haciendo así el trabajo sucio a la banda de insolventes de la izquierda, como es tradicional.

“Los recortes matan”, berreaban las charis en las manifestaciones izquierdistas durante la crisis económica. Ayer, los suyos decretaron que no habrá más recortes sino dinero público a espuertas para repartirlo en subvenciones y tapar el drama de los más de 50.000 españoles que, esos sí, han muerto de verdad.

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