Ganó Botín

Por si alguno no se había enterado, las fusiones bancarias en nuestro país se hacen al modo BBV. Se hizo con Argentaria sin despeinarse. Nada de nos queremos todos mucho y ponemos todo entre los dos; uno manda ahora y otro luego. De eso nada. Se entra en el banco, se cambia todo, se unifica la informática, se cierran oficinas y, eso sí, lo antes posible, se pone el nombre del banco nuevo en todas las oficinas. Manda el banco que sencillamente compra, sin subterfugios y se cierran las heridas más pronto que nada.

El rollo que organizaron en el BS para quedarse con el CH se veía raro desde el primer día. Hasta hace bien poco, meses antes del follón, el CH iba de por libre: sus casas de bolsa patrocinaban espacios en la radio y exigían que se les nombrara por su nombre, nada de compadreos con el banco "amigo". Y, claro, el desastre interno salió a la luz. Y si alguien había dudado de que hablábamos de una fusión entre iguales, no entendió nada. Era una absorción tan encubierta, que hasta en el CH se lo creyeron.

El final de la historia, aviso para navegantes, ya lo conocen: casi que quítate tu, que adelanta tu salida o nos ponen en la picota y ponemos en riesgo hasta el valor en bolsa. En esta historia, muchos habrán aprendido, esperemos que también el Gobierno, que pensó que lo de iguales iba en serio y bendijo la fusión. No sin espectáculo, ahora mandan Botín y sus hombres y lo harán a sus anchas, como pensaron hacerlo desde que se les ocurrió la idea de hacerse con el banco capitaneado por Amusátegui, que se va a casa con las orejas gachas y sintiéndose engañado.

Claro que esto no es nada comparado con el engaño de unos pocos a unos muchos que ha revelado el caso Gescartera, aunque aquí el que iba de listo ha resultado ser el más tonto. A quién se le ocurre pensar que seguíamos en esa época en la que la impunidad reinaba por doquier. Me temo, en todo caso, que aquí va a salir más de un tonto y algún ciego.

© Carmen Tomás para OTR-Press.

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