Menú
Jesús Gómez Ruiz

Armonización fiscal de la energía

Una prueba de que los gobernantes europeos siguen la infame máxima de "justicia, mas no por mi casa", es el celo con que se aplican a mirar con lupa y a prohibir cualquier concentración empresarial que amenace, siquiera remotamente, con conseguir una elevada cuota de un determinado mercado; so capa de impedir la constitución de monopolios y la colusión en los precios. Los esfuerzos del gobierno español por impedir las fusiones en el mercado eléctrico nacional son un buen ejemplo. Ojalá no tengamos que pagarlo quedándonos "a dos velas".

Sin embargo, cuando se trata de fijar tipos impositivos (los "precios" que los gobernantes exigen para gestionar la cosa pública) todo cambia. Ya no se aplica el criterio competitivo. Fijar tasas impositivas inferiores a las de otro gobierno se interpreta como "competencia desleal", por lo que es preciso "armonizar", esto es, fijar una tasa o precio único para que no haya alternativas.

La presidencia belga de la Unión Europea pretende impulsar en este semestre la propuesta de armonización fiscal de la energía, paralizada desde hace años principalmente por el veto español (menos mal que todavía queda algo de sentido común en nuestros gobernantes). Como es sabido, España, Grecia y Portugal son los países de la Unión donde los impuestos sobre carburantes son menos elevados. Aún así, en España ya pagamos unas 61 pesetas de impuestos especiales por litro de gasolina sin plomo, sin contar el IVA. Sin embargo, los acuerdos de Niza impedirán al gobierno seguir bloqueando un nuevo incremento de la presión fiscal en España mediante el veto. De nada servirán las protestas de Rato, invitando a alemanes, franceses, ingleses, holandeses y escandinavos a que rebajen sus impuestos a niveles "mediterráneos" y abran sus respectivos mercados energéticos. La broma nos costará como mínimo 8 pesetas más por cada litro de gasolina.

La teoría microeconómica y el sentido común nos enseñan que para constituir un cártel, los precios deben fijarse como mínimo al nivel de los que cobre el miembro más ineficiente, pues en otro caso, sólo los más eficientes podrían sobrevivir y no habría cártel. Por eso, cuando los burócratas europeos hablan de armonización fiscal, nunca contemplan la posibilidad de "armonizar" hacia abajo. En lugar de permitir la competencia fiscal entre estados europeos, prefieren elevar la presión fiscal al nivel más alto posible. Cualquier cosa antes que reducir los gastos. Como es sabido, los presupuestos de la Unión Europea se nutren del IVA, y los países que más mandan en la Unión Europea (Alemania y Francia) son también los que más gravan los hidrocarburos (tanto en lo que se refiere al IVA como a los impuestos especiales).

Pero no acaba aquí la cosa. Con el cínico pretexto de la defensa del medio ambiente y la potenciación de energías limpias (los molinos de viento de Don Quijote), los burócratas europeos pretenden imponer también cargas fiscales especiales (además del IVA) a la energía eléctrica, al gas natural y al alcohol. Como si lo que se recaudase se fuera a dedicar a la limpieza del aire o a la reforestación de los bosques, en lugar de incrementar el número y los sueldos de los burócratas, quienes podrán así dedicarse con redoblados esfuerzos y más medios a inventar nuevos pretextos para sacarle el dinero al contribuyente, incrementar su poder y prestigio, y poder llevar a término los dogmas antiindustriales de la pseudo-ciencia ecologista adquiridos en la enajenación colectiva del 68, de la cual, aún no se han recuperado ni se recuperarán. No hay que olvidar que el objetivo declarado de los verdes alemanes es que la gasolina cueste 400 ptas. el litro. Quizá los ciudadanos franceses, alemanes y holandeses puedan pagar ese precio, pero los nuevos candidatos al ingreso en la Unión Europea (Hungría, Polonia, Chequia y los países bálticos entre otros) probablemente tendrán que dejar el coche en casa para volver a montar en burro. Y es que los ecologistas quieren que apliquemos al medio ambiente la máxima que los antiguos reservaban a la higiene corporal: muy pobres, pero muy limpios.

Menos mal que los Estados Unidos, gracias a la experiencia de los apagones californianos y a la firmeza de Bush, seguirán ejerciendo una competencia "desleal" contra Europa durante algún tiempo con su NO a Kyoto. Ojalá cundiera el "mal ejemplo".

En Libre Mercado

    0
    comentarios