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José Cavero

Cabreo sindical

Los dirigentes sindicales están abiertamente cabreados, y razones no les faltan. Aprendieron bien la lección de que los compromisos son para ser cumplidos, y que la inflación es, ni más ni menos, una sustracción directísima que se hace a sus ingresos. Y resulta que, en los doce últimos meses, estaba previsto que su capacidad de adquisición se rebajara en un dos por ciento, pero no en un cuatro. Y ahora se les quiere hacer “tragar” con la repetición de la misma historia de la previsión de inflación del año que viene. Y dicen que por ahí no pasan.

Eso, en una mesa de negociación. En la otra, comprueban que tienen todas las de perder en materia de una reforma laboral llamada despido más barato. Si la negociación se prolonga, el Gobierno legislará por su cuenta, y lo hará en línea con lo que trata de conseguir, en esa mesa negociadora, la patronal. O sea, pierden, en todo caso.

De manera que cada vez levantan más la voz para anunciar que el otoño se sigue calentando y que terminará por estallar en la calle.

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