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Carmelo Jordá

Y de repente Madrid volvió neoliberal a la izquierda

Lo más divertido es que no parecen darse cuenta de que están admitiendo públicamente que llevan lustros mintiendo.

Aunque ellos no parecen haberse dado cuenta, se diría que políticos y periodistas –valga la redundancia– de izquierdas han sufrido una caída de caballo como la de Pablo de Tarso, pero yendo hacia Madrid en lugar de camino de Damasco y todos al mismo tiempo, que no deja de ser un poco chocante.

San Pablo pasó de masacrar a los cristianos a convertirse en el principal propagandista de la nueva religión. Nuestra izquierda en partidos y medios –valga la redundancia otra vez– tiene por supuesto aspiraciones más modestas, pero ha pasado, de una forma casi tan súbita como el de Tarso, de decir que las políticas neoliberales y capitalistas de Madrid eran poco menos que un genocidio de la clase obrera a asegurar que no se puede permitir que una región siga atrayendo a empresas y ciudadanos, que por lo visto llegan a chorros de toda España para vivir en la capital y alrededores.

El cambio ha sido tan súbito como radical: los mismos que predicaban el apocalipsis para las clases bajas y medias en el Madrid gobernado sólo para ricos, ahora te dicen que la región es "una aspiradora" que está dejando despoblada hasta la Comunidad Valenciana, pobre Ximo Puig.

Lo más divertido es que no parecen darse cuenta de que están admitiendo públicamente que llevan lustros mintiendo: si la gente, las empresas, los ricos y los menos ricos vienen en masa a Madrid será porque esas políticas neoliberales no eran tan genocidas; si, cuando pueden elegir, los negocios y las personas que trabajan en ellos se establecen en Madrid, quizá esa idea tan horrible de bajar los impuestos que con tanta insistencia venía denunciando la izquierda no es mala del todo; si la región que más ha defendido la libertad y menos ha practicado el intervencionismo crece a costa de las demás, no podemos descartar, oh sorpresa, que la libertad sea mejor que dejar crecer a papá Estado hasta que se inmiscuya en cada aspecto de nuestras vidas.

Algunos venimos diciendo desde hace tiempo que el odio a Madrid de los separatistas y la izquierda más cerril no es porque aquí esté la capital, ni siquiera porque se haya convertido en un feudo de la derecha: lo jodido es que demuestra que no sólo hay otra forma de hacer las cosas, sino que esa forma es mejor. Lo curioso es que ahora sean ellos, los que tanto tiempo llevan criticando a Madrid como si fuese Mordor, los que reconocen que la comunidad ultraliberal y antisocial es la que mejor va. En cuatro días nos han sacado del infierno y nos han convertido en paraíso… y no sólo fiscal.

Sólo me queda por saber si la voz que oyeron todos estos Pablos de Tarso de pacotilla al caerse del caballo fue la de Isabel Díaz Ayuso o la de Iván Redondo, me inclino más por lo segundo, pero al fin y al cabo ese es un detalle con mucha menos importancia que verles haciendo una apología del neoliberalismo que cualquier día de estos nos escriben la Primera Carta a la Escuela de Chicago.

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