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El drama de volver al ERTE por segunda vez: "Mi jefa no va a poder aguantar todo esto"

Muchas comunidades vuelven a endurecer las restricciones en bares y restaurantes.

Muchas comunidades vuelven a endurecer las restricciones en bares y restaurantes.
Amelia, una de las afectadas | LD

El mercado de trabajo cerró el mes de noviembre con 746.900 personas incluidas en un ERTE, 18.487 más que en el mes de octubre y 40.650 más desde finales de septiembre. Sin embargo, la frialdad de las cifras esconde una terrible realidad y es que para muchos de esos trabajadores éste es ya su segundo despido temporal.

Uno de los sectores más afectados es el de la hostelería, ya que son muchas las comunidades que han vuelto a endurecer las restricciones en bares y restaurantes, y otras tantas las que han apostado directamente por su cierre.

Hasta el 7 de octubre, Isabelle trabajaba en una cafetería de Orense. Después de pasar tres meses en un ERTE, el pasado mes de junio volvió a incorporarse a su puesto de trabajo. Lo hizo con la ilusión de aquel que piensa que lo peor ya ha pasado, ya que además tardó meses en cobrar la prestación que le correspondía.

Sin embargo, hoy la pesadilla se repite. En esta ocasión, recibió puntualmente su primera mensualidad del SEPE. Su sorpresa ha llegado este mes, cuando le han comunicado que no volverá a cobrar hasta mediados de enero. "Pensé que era un error, pero me han dicho que no, que van con dos meses de retraso y que no voy a ser la única que cobre bien -nos cuenta indignada-, así que, como ya cobré el mes pasado, me toca esperar hasta el 10 o el 15 de enero".

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Isabelle

Isabelle no daba crédito. "¿Crees que me podéis dejar sin comer y sin pagar el alquiler de este mes?", le preguntó incrédula a la funcionaria que la atendió. Su respuesta le indignó aún más si cabe: "Me dijo que no sabía de qué me quejaba, que al menos yo ya había cobrado el mes pasado".

Isabelle tiene una hija pequeña y un alquiler que pagar, al que, por lo pronto, no podrá hacer frente este mes. Su marido está en paro desde antes del confinamiento y, en estas circunstancias, encontrar empleo se antoja prácticamente imposible, así que ambos han tenido que apelar a la comprensión de su casera, que afortunadamente ha entendido sus circunstancias. "Claro, que esto me pasa a mi porque tengo una casera muy buena o porque puede permitírselo, pero habrá mucha gente que no tenga tanta suerte y se quede en la calle", lamenta.

Cuando a mediados de enero cobre la prestación, deberá dos meses de alquiler y un montón de facturas. "Si tienes un descubierto en el banco, te cobran un suplemento y si te dan de baja una línea telefónica, luego te cuesta 20 euros volver a activar la línea. Se nos acumula todo", denuncia desesperada.

Este segundo ERTE llega, además, en el peor momento posible, porque, a diferencia de lo que ocurría en primavera o en verano, ahora el frío hace que los gastos se disparen. "Cuando hace buen tiempo, comes cualquier cosa y, como hace calor, con una ensaladita te apañas. En invierno tienes que gastar más en comida, en calefacción… Y todas las facturas suben", se queja.

Lo peor es que no puede pedir ningún tipo de ayuda y a Isabelle le hierve la sangre cuando piensa que el Gobierno no está haciendo nada al respecto: "Yo trabajo en hostelería, yo no pedí un ERTE. Nos mandasteis cerrar los bares y me tuve que ir a casa, no hay otra".

"Mi jefa no va a poder aguantar todo esto"

El caso de Charo es similar. Peluquera de profesión, esta asturiana trabajaba desde finales del año pasado cortando el pelo a los ancianos de varias residencias de mayores de su comunidad. Cuando se decretó el estado de alarma, perdió su empleo y no volvió a recuperarlo hasta el pasado mes de julio.

En aquel momento, dio por hecho que la situación no volvería a repetirse. "Todos habíamos aprendido la lección, ya había unos protocolos establecidos y no pensé que volveríamos a este extremo", lamenta. Sin embargo, los brotes en residencias y los cierres perimetrales han vuelto a condenarla a un ERTE por segunda vez. "Al no ser esenciales, prefieren que no entremos", lamenta Charo.

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El Gobierno insiste en que esto es algo coyuntural, pero ella ha empezado a perder la esperanza. "Yo ya pienso que no voy a poder volver, porque mi jefa no va a poder aguantar todo esto", asegura. Precisamente por eso, en su casa ya han empezado a recortar todo tipo de gastos, hasta aquellos que más le duelen: "Ahora solo dependemos de un sueldo, así que esta Navidad se va a comprar lo mínimo para los niños, porque no podemos permitirnos otra cosa. El mayor ya lo entiende un poquito más. La pequeña todavía no, pero es lo que hay".

"No quiero estar parada"

A más de 800 kilómetros, en Granada, Amelia también vaticina unas fiestas muy duras. "Este año, cero patatero. Ya les he dicho a mis padres y a mis hermanos que no puedo hacer ningún regalo, y yo tampoco quiero ninguno", nos advierte. Al igual que Charo e Isabelle, esta joven onubense ya va por su segundo ERTE en apenas unos meses.

En febrero, hizo las maletas y se fue a Granada con la esperanza de labrarse un futuro mejor. Con 27 años, Amelia había trabajado de azafata y de secretaria de producción, pero por fin había encontrado un trabajo que le permitía escalar profesionalmente: coordinadora de eventos de un hotel de cuatro estrellas. Sus expectativas, sin embargo, se veían frustradas el 14 de marzo.

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Amelia, una de las afectadas

Su caso, además, es especialmente sangrante, porque nunca ha llegado a cobrar la prestación que, en buena ley, debería corresponderle. Debido a sus múltiples inquietudes -algo que se percibe nada más hablar con ella-, Amelia se había dado de alta también como autónoma para hacer otros trabajos por su cuenta. Su sorpresa llegó cuando, al ir a solicitar el subsidio por ERTE, le dijeron que, al ser pluriempleada, lo único que le correspondía era el cese de actividad como autónoma.

El 30 de junio se dio de baja definitivamente como tal y confió en que el hotel en el que había empezado a trabajar con tanta ilusión volviera a llamarla. Así, en septiembre, Amelia salió del ERTE ilusionada y con muchísimas ganas de organizar, si no bodas, al menos esos bautizos y comuniones que, como ella dice, "no se pueden aplazar eternamente".

La segunda ola de coronavirus, sin embargo, azotó con fuerza a Granada. A finales de octubre, se decretó el cierre perimetral de la ciudad y, apenas diez después, comercios y hostelería se vieron obligados a bajar la persiana. El resultado: Amelia, como tantos otros trabajadores, volvió al ERTE por segunda vez.

En esta ocasión, lo hacía confiando en poder percibir la prestación, ya que, a diferencia de lo sucedido meses atrás, ahora ya solamente era trabajadora por cuenta ajena. El jarro de agua fría llegó cuando le dijeron que era el mismo expediente y que, por tanto, tampoco iba a cobrar.

"Mi padre me acaba de hacer una transferencia para poder pagar el alquiler", nos cuenta apesadumbrada. No ha vuelto a Huelva, porque sabe que, si tiene que hacer algún trámite con el SEPE, "por teléfono es imposible", así que su familia le ayuda como puede, porque lo cierto es que ellos también están atravesando una situación muy complicada. "Mi padre es feriante, así que imagínese usted", nos dice al otro lado del teléfono.

Su historia es la de tantos y tantos jóvenes que creían haber encontrado su primer empleo y que hoy temen volver a engrosar las listas del paro juvenil. "Yo estaba super ilusionada: una ciudad nueva, una buena nómina, unas buenas condiciones para ir comenzando… Y, de repente, zasca. Y ahora siento que estamos otra vez en la casilla de salida", nos confiesa.

Eso sí, a esta joven no le faltan ganas. Puede que las circunstancias no sean las mejores, pero ella no se rinde. Le pedimos una fotografía para poner cara a su historia y nos emplaza a unas horas más tarde: "Es que ahora voy a hacer una formación de teleoperadora. Estoy deseando volver a mi hotel, pero mientras tanto, no quiero estar parada".

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