Silicon Valley ha sido durante décadas el símbolo de la innovación y el desarrollo tecnológico de Estados Unidos y, posiblemente, de todo el planeta. En 1939, los amigos William Hewlett y David Packard fundaron la compañía HP en un garaje de la bahía de San Francisco, California. Hewlett-Packard creció frenéticamente y, hoy en día, ese garaje es reconocido oficialmente como el punto de partida de Silicon Valley, un clúster de innovación que fue acogiendo a gran parte de las empresas tecnológicas de Estados Unidos: Apple, Facebook, Google, Intel, Yahoo…
Sin embargo, ya bien entrado el siglo XXI, las cosas parecen estar cambiando. El 1 de diciembre del recién finalizado año 2020, la propia HP anunció que trasladaba su sede desde Silicon Valley hasta Houston, en Texas, con el fin de ahorrar costes y "retener y reclutar talento".
Y no se trata de un hecho aislado: el gigante tecnológico Oracle también se ha trasladado recientemente desde San Francisco hasta Austin, Texas. Deborah Hellinger, ejecutiva de la compañía, afirmó que "estos traslados posicionan mejor a la empresa para crecer y proporciona a nuestro personal más flexibilidad sobre dónde y cómo trabajan".
En esta misma ciudad, que mencionaremos repetidamente en las próximas líneas, se están instalando otras muchas compañías, como la productora de software FileTrail, la tecnológica QuestionPro, o la firma de capital riesgo 8VC. Todas ellas albergaban sus centros de operaciones en Silicon Valley hace apenas unos meses.
Incluso el fundador de Tesla, Elon Musk, anunció recientemente que abandonaba California y mudaba su residencia a Texas. ¿Y adivinan en qué ciudad tejana va a construir la próxima gran fábrica de Tesla? Exacto, en Austin. Asimismo, el CEO de Dropbox, Drew Houston, también ha declarado que mueve su residencia permanente a esta misma ciudad.
Por si esto fuera poco, también en Austin, Apple está en proceso de invertir 1.000 millones de dólares en un macrocomplejo tecnológico que dará empleo a 15.000 personas. Y es que todas estas noticias están contribuyendo a consolidar lo que muchos ya llaman como "Silicon Hills", que no es otra cosa que una especie de Silicon Valley ubicado en la zona montañosa situada al oeste de Austin, donde todas estas empresas se están estableciendo.
Sin embargo, las grandes tecnológicas y los altos ejecutivos no son los únicos que se están marchando de California. El éxodo de población crece imparable, y es un problema grave que afecta principalmente a las familias de rentas bajas. Solo de 2011 a 2016, Texas ganó 100.000 habitantes de menos de 25.000 dólares de renta anual, mientras que California perdió más de 30.000 personas de este grupo.
Ya en 2019, la revista The Economist analizaba este fenómeno señalando cuatro causas fundamentales del declive californiano:
- Primero: California se está convirtiendo en un lugar muy caro, especialmente en lo relativo a la vivienda. Según el Public Policy Institute of California, un tercio de los californianos está pensando en mudarse fuera del estado debido al alto costes inmobiliarios. Como podemos observar en el siguiente gráfico, el precio medio de una casa en San Francisco es más del doble que en Austin.
- Segundo: el régimen fiscal californiano es poco atractivo. En los últimos años, se han introducido 800 nuevos impuestos locales, que afectan tanto a residentes como a empresarios. Todo lo contrario sucede en Texas, donde ni siquiera existe el impuesto de la renta. Según el último informe de la Tax Foundation, California cuenta con el segundo sistema fiscal menos atractivo para los negocios, solo por delante de Nueva Jersey, mientras que el estado de Texas sitúa en una posición mucho más aventajada (puesto 11).
- Tercero: Texas ha seguido una estrategia concertada de cortejar y cultivar negocios, mientras que California no lo ha hecho. En este sentido, el propio gobernador californiano afirmó que "se habían dormido en los laureles", relajándose ante lo que habían conseguido en el pasado. Por su parte, Texas lleva años llevando a cabo una política activa de atracción de talento desde Silicon Valley, firmando acuerdos con empresas, ofreciendo incentivos y publicitando su modelo en los medios de comunicación.
- Cuarto: la hiperregulación está asfixiando la actividad empresarial de gran parte de las industrias en California. El estado tiene algunos de los requisitos y licencias más onerosos de todo el país, incluso para oficios de nivel medio-bajo. "Es más fácil hacer negocios en Cuba que en San Francisco", recoge The Economist de palabras del directivo de una gran empresa tecnológica. Además, la burocracia se ceba especialmente con las empresas pequeñas. Por otro lado, la alta regulación de la propiedad contribuye a los altos precios de la vivienda.
La conjunción de todos estos factores se plasma de manera evidente en los rankings de empresarialidad. El Tech Town Index 2020 de CompTIA ha colocado a Austin como la mejor ciudad para las empresas tecnológicas y sus trabajadores, figurando además como la que más empleo tecnológico ha creado en los últimos 5 años. El segundo puesto lo ocupa Dallas, otra ciudad tejana. Por el contrario, hay que descender hasta el puesto 7º para encontrar a San Francisco, donde se ubica Silicon Valley, destacando especialmente los elevados costes de vida, que son los segundos más altos de las 20 ciudades incluidas en el estudio.
Por otro lado, el mismo informe destaca el exponencial aumento de la financiación empresarial en la ciudad de Austin. La inversión destinada a startups registró niveles récord en 2019, con un total de 1,84 mil millones de dólares anuales, un incremento de casi el 20% respecto al año anterior, y un espectacular ascenso del 87% desde 2017.
Y es que el éxito tejano no es fruto de la casualidad ni es una moda pasajera, y ciudades como Austin siempre han sido un polo innovador importante. Por ejemplo, DELL lleva establecida allí desde su fundación en 1984, y casi todas las grandes compañías tecnológicas tienen ya sedes en esta ciudad o en otras áreas metropolitanas de Texas.
En lo que se refiere a Austin, se trata además de una ciudad con un potencial espectacular. Por ejemplo, ya es la segunda ciudad del país con mayor porcentaje de población entre los 20 y los 34 años, lo que ofrece una enorme cantidad de oferta laboral joven. Su área metropolitana suma ya más de 1,7 millones de habitantes y más de 5.500 startups y compañías tecnológicas.
En 2019, 58 empresas mudaron su sede a esta ciudad, donde se ofertaron 68 mil puestos de trabajo relacionadas con el sector tecnológico. Aun así, siguen siendo datos lejanos a los obtenidos por Silicon Valley, que, con 168.000 ofertas de empleo tecnológico en 2019, mantienen al estado como el motor innovador de EE. UU.
Y es que, probablemente, Austin no reemplazará a Silicon Valley en el medio plazo, pero sí puede suponer una fuerte competencia que le haga replantear su modelo. Y no esta sola en esta "tarea", ya que otras ciudades a lo largo de Estados Unidos están haciendo lo propio atrayendo cada vez más y más talento e inversión.
Además de otros núcleos de población de Texas, como Houston o Dallas, en los últimos meses está cobrando especial relevancia la zona de Sur de Florida, donde se ubica la ciudad de Miami. Junto a las soleadas costas de este estado está surgiendo lo que algunos llaman como "el Wall Street del Sur". Y no es para menos, ya que este área está atrayendo a centenares de compañías relacionadas con el el sector financiero, al calor de una fiscalidad reducida. Al igual que en Texas, Florida no cuenta con impuesto de la renta, y la Tax Foundation coloca su sistema fiscal como el 4º mejor del país.
En este caso particular, la competencia no se establece tanto con Silicon Valley, sino con la Gran Manzana de Nueva York. Empresas como el fondo de cobertura Elliott Management o las financieras Wexford Capital o Paul Tudor ya se han mudado desde Wall Street a Palm Beach, en Florida. Incluso Goldman Sachs estaría barajando la opción de trasladar allí parte de su negocio. Además, grandes multimillonarios se han mudado recientemente a Miami, como David Bloomberg, Keith Rabois o Jon Oringer.
En definitiva, de mantenerse las tendencias actuales, zonas de gran dinamismo como Silicon Valley o Wall Street deberán acostumbrarse a compartir su liderazgo innovador y empresarial con otras ciudades de Estados Unidos, y de otras partes del globo (especialmente en China).
La historia de los EEUU nos muestra casos como los de Detroit, donde un potente hub industrial de automoción acabó por desvanecerse por una combinación de autocomplacencia, falta de diversificación, nefastas políticas públicas y un clima fiscal y regulatorio asfixiante. En un mundo cada vez más cambiante y competitivo, relajarse en exceso ante los éxitos pasados puede ser peligroso, y un modelo próspero puede convertirse, en menos de una generación, en toda una pesadilla para millones de ciudadanos.