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José T. Raga

Nada nuevo en la historia

La economía española, y muy en particular el sector público, está virtualmente en quiebra.

El título de hoy modifica ligeramente el famoso pasaje del Eclesiastés (1-10) de “nada nuevo bajo el sol” (nihil novum sub sole). El sentido es claramente el mismo. Aquél, con mayor rotundidad, pues significaba que desde la creación del mundo nada nuevo había ocurrido, mientras que en las líneas de hoy he acortado el trecho temporal, limitándolo al acontecer histórico conocido por el hombre de hoy.

Es verdad que cada vez se lee menos, y lo poco que se lee se centra en aquello que no comprometa, porque la lectura no pretende el conocimiento de nuevos ámbitos del saber, sino el disfrute, lo lúdico. 

Aunque, prepárense, porque la ministra Celaá –de quien hoy no pienso hablar– quiere aligerar más aún los contenidos de la instrucción/enseñanza, para que nadie se esfuerce en formarse, no vaya a ser que, formándose, descubran las falacias políticas que nos emborrachan.

Mi objetivo es entrar, aunque sea muy superficialmente –nos ocultan los datos reales para que no sea de otra forma–, en el problema de las ayudas europeas por la pandemia, que ya en otras páginas de este mismo periódico he identificado como el maná europeo. Siempre he estado en contra de que se nos mandaran dinero, mientras no existiera un plan detallado de cómo se iba a distribuir.

La economía española, y muy en particular el sector público, está virtualmente en quiebra. Vean ustedes el valor de las garantías públicas, cuando la banca niega, y con razón, créditos avalados por el ICO –ejemplo reciente en la compañía Plus Ultra–.

Las cuentas públicas no pueden resistir más. El déficit de presupuesto es el mayor en tiempo de paz, y ello no por el volumen de inversiones, que sólo son promesas –construcción de vivienda social– ya prometidas por Rodríguez Zapatero, aunque de las promesas no cumplidas también se presume.

Las instituciones, nacionales e internacionales, por activa y por pasiva, han advertido al presidente Sánchez de la deriva económica de la nación. Falta de credibilidad, endeudamiento superior al PIB, déficit de las Administraciones Públicas de 123.000 millones de euros (11.0% del PIB), contracción económica (9.9% del PIB). 

Frente a ello, un triunfalismo irresponsable del Gobierno, cuando quienes nos contemplan desde el exterior recalcan que somos la última economía europea que se recuperará de la pandemia. 

No hay Gobierno; hay ministros como nunca, confrontando permanentemente; asalariados que nunca lo imaginaron. Y el presidente, como si la cuestión no fuera con él. ¿Qué esperamos, el maná de los fondos europeos?

En 1919, terminada la Primera Guerra, escribía Keynes: “En realidad, la situación era, y sigue siendo, casi desesperada. Estos países [Francia e Italia] barruntaban la bancarrota nacional, que no podía evitarse más que alimentando la esperanza de grandes ingresos procedentes del enemigo”. ¿Sustituye hoy España a Francia e Italia, esperando los ingresos europeos en sustitución de los del enemigo –Alemania–? Situación desesperada, bancarrota nacional y esperanza de ingresos externos… hacen nuestra situación muy semejante a aquella. 

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