Menú
Diego Barceló Larran

¿Son progresistas los "progresistas"?

Antes del capitalismo la expectativa de la gente era conservar las pocas cosas de que disponía: no existía la idea de prosperar.

Antes del capitalismo la expectativa de la gente era conservar las pocas cosas de que disponía: no existía la idea de prosperar.
Agencia

Los socialistas de todos los partidos lograron apoderarse de la palabra "progreso" y derivadas. Por eso, hoy en día, "progresista" es prácticamente sinónimo de "socialista". Por lo tanto, no es de extrañar que, de manera instintiva, todo aquel que se considere "progresista" desconfíe de los empresarios, del mercado libre y de la competencia y, por el contrario, sienta simpatía por las regulaciones, los impuestos progresivos y las empresas públicas. Los "progresistas" desconfían del capitalismo, pero en cambio creen en la capacidad del Estado para hacer las cosas bien.

La paradoja no puede ser mayor. Y no puede serlo porque antes del capitalismo no había progreso. Antes del capitalismo la expectativa de la gente era conservar las pocas cosas de que disponía, que no siempre era posible de lograr a causa de guerras, enfermedades y catástrofes naturales. Antes del capitalismo no existía la idea de prosperar.

Desde el año 10.000 antes de Cristo hasta la llegada del capitalismo (que situaremos en 1750), el PIB per cápita promedio mundial pasó de 100 a 200 dólares (si el lector se pregunta quién medía el PIB en aquel tiempo, la respuesta es nadie; el profesor Bradford Delong, aprovechando los trabajos de muchos investigadores, hizo las estimaciones; se puede consultar en bradford-delong.com). Es decir, que, en unos 12.000 años, un nivel de vida miserable pasó a ser ligeramente menos miserable.

¿Qué pasó en los 250 años posteriores a 1750? Que ese mísero PIB per cápita promedio del mundo se multiplicó casi por 28, desde 200 a 5.500 dólares (en todos los casos me refiero a dólares a precios de 2000). La explosión de riqueza y bienestar que permitió la irrupción del capitalismo es aún más extraordinaria si tenemos en cuenta que, al mismo tiempo, la población mundial pasó de 720 a 6.100 millones de personas (se multiplicó por 8,5 entre 1750 y 2000).

Esos datos nos dicen que la riqueza total (es decir, el PIB mundial), se multiplicó por alrededor de 235, desde 144.000 millones a 33,5 billones. Si el progreso no fue mayor, fue debido al creciente intervencionismo y, en particular, a que durante décadas el comunismo subyugó (y aún subyuga) a una parte de la población mundial.

De hecho, tras la caída del Muro de Berlín, el crecimiento mundial se aceleró: entre 2000 y 2020, el PIB per cápita medio mundial pasó de 5.500 a 7.400 dólares. Un aumento del 35%, frente a uno del 20% entre 1980 y 2000.

Cualquier indicador de bienestar que se quiera tomar (pobreza, mortalidad infantil, esperanza de vida, alfabetización, etc.) muestra mejoras espectaculares en todo el mundo gracias al advenimiento del capitalismo, es decir, el sistema de libre mercado y propiedad privada de los medios de producción. Avances que son más pronunciados cuanta mayor es la medida en que se permitió al mercado libre hacer lo que mejor sabe: crear riqueza.

Lo incomprensible, lo paradójico, lo triste es que, frente al sistema económico que mejores resultados ha brindado a toda la humanidad, los llamados "progresistas" no vean más que injusticia y explotación. ¿Qué sistema mejor conocen? ¿Dónde se ha probado con éxito?

El mundo precapitalista era de miseria absoluta para toda la población, excepto la casta vinculada con la realeza. Desde su surgimiento, el sistema de libre mercado y propiedad privada no ha hecho más que multiplicar la riqueza y sacar a gente de la pobreza, pese a las crecientes trabas impuestas por los "progresistas". La tarea, desde luego, no está terminada: aún queda un 9% de la población mundial con ingresos inferiores a dos dólares por día. Pero es la mejor situación económica y social de la historia.

Los "progresistas" parecen desconocer estos datos y no comprender cómo funciona el capitalismo. Por eso promueven políticas que no hacen más que reducir su capacidad de creación de empleo y riqueza. De ahí la pregunta inicial: ¿son progresistas los "progresistas"? Para quien haya seguido el hilo de la argumentación, la respuesta es clara: no.

Diego Barceló Larran es director de Barceló & asociados (@diebarcelo)

En Libre Mercado

    0
    comentarios