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EDITORIAL

Adicción al gasto y a los impuestos

Que sigan suspendidas las reglas fiscales europeas es un chollo para los gobernantes más despilfarradores, entre los que descuella Pedro Sánchez.

La pandemia está sirviendo al Gobierno como vil excusa para dilapidar el dinero de los contribuyentes. Y que sigan suspendidas las reglas fiscales europeas es un chollo para los gobernantes más despilfarradores, entre los que descuella Pedro Sánchez.

Los socialistas, maestros de la propaganda y la manipulación, no han dudado en sacar pecho por haber elaborado los Presupuestos Generales del Estado más onerosos de la historia. Pese a que los gastos derivados de la pandemia se hayan reducido en el presente ejercicio –se han necesitado menos recursos para sanidad, prestaciones por ERTE o por cese de actividad–, el Ejecutivo social-comunista ha seguido volcado en el gasto. Y seguirá igual en 2022, donde el techo excederá el de 2021, rozando los 200.000 millones de euros, nivel nunca visto.

Para 2022, las reglas fiscales seguirán suspendidas, por lo que no habrá objetivos de deuda o déficit público, lo que supone desentenderse de cualquier tipo de ortodoxia o responsabilidad en el manejo de las cuentas. Aun así, la ministra de Hacienda mantiene su previsión de rebajar el déficit público del 11% –el mayor agujero de la UE– al 8,4% este año y al 5% al que viene. Pese a que estas cifras están todavía lejos del 3% que exigiría Bruselas en condiciones normales, la promesa de María Jesús Montero supondría reducir el déficit un 50% en dos años, algo a todas luces imposible teniendo en cuenta que el Gobierno no cuenta con ningún plan de consolidación presupuestaria creíble.

La única realidad contable es que sólo se puede reducir el déficit sin tocar el gasto público subiendo los impuestos. Y eso es lo que está planeado el voraz Gobierno de Sánchez: saquear al contribuyente a fin de... ¡ayudarle después con su propio dinero! Para ejecutar esa exacción sin precedentes –que puede suponer una subida de impuestos por vaor de 80.000 millones de euros–, Hacienda se escudará en las recomendaciones de un fraudulento comité de expertos de la misma catadura que Sánchez y Montero.

España necesita reducir con urgencia el gasto estructural que ha desbocado Sánchez, que, junto a la inminente retirada de estímulos del BCE, con el consiguiente encarecimiento de los tipos de interés de la deuda pública, está convirtiendo las finanzas públicas en una bomba de relojería. Bruselas podría volver a activar las reglas fiscales en 2023, sin duda una extraordinaria noticia para los españoles y pésima para el Gobierno que los desvalija. Es preciso cerrar la barra libre de gasto y deuda con la que Sánchez está emborrachándonos: no hay tiempo que perder.

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