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La red eléctrica del futuro: limpia, flexible, digitalizada e inteligente

Para cumplir con los objetivos de descarbonización de la energía, la electrificación no solo es importante, es imprescindible.

Para cumplir con los objetivos de descarbonización de la energía, la electrificación no solo es importante, es imprescindible.
Aerogeneradores del parque eólico de Pena Ventosa en Galicia. | Endesa

Entre los muchos desafíos que tiene por delante el mundo, la Unión Europea y, por supuesto, España para las próximas décadas, sin duda uno de los más fundamentales, sino el que más, es la descarbonización de la energía. Pese a los esfuerzos y la fuerte reconversión que ya está impulsando el sector energético, la realidad es que aún queda mucho por hacer para electrificar la economía.

En este sentido, la Unión Europea es especialmente ambiciosa al proponerse la reducción en al menos un 55% —en comparación a 1990— de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y la neutralidad del carbono para 2050. Para cumplir con estos objetivos, la electrificación no solo es importante, es imprescindible.

Así, las compañías de los sectores energético y eléctrico, incluidas las distribuidoras, están inmersas desde hace tiempo en un proceso de transición que pasa principalmente por la generación basada en energías renovables y el consumo dirigido hacia la electrificación de la demanda. En definitiva, la electricidad, basada en energía renovable, es la solución más eficiente y rentable: limpia, barata y de alto rendimiento.

"La transición energética implica dos grandes transformaciones en la red de distribución eléctrica. En primer lugar, cambia la generación de electricidad: las grandes centrales se están reemplazando por un número elevado de plantas de generación renovable situadas, en muchos casos, más cerca del consumidor final. Además, crece el número de pequeñas instalaciones de autoconsumo, como las placas fotovoltaicas, y soluciones que buscan almacenar la energía no consumida en el momento", explica José Manuel Revuelta, director general de Infraestructuras y Redes de Endesa.

"En segundo lugar, hay una mayor electrificación de la demanda, incluyendo nuevos usos de la electricidad, como el vehículo eléctrico, y nuevos sistemas de climatización más eficientes. Estos dos grandes cambios modifican los flujos de energía y aumentan la complejidad de la operación de la red, especialmente en la red de distribución de electricidad", añade. Pero ¿qué implica esto?

Hacia una nueva red eléctrica

Este nuevo escenario dota de un papel especialmente relevante a las compañías encargadas de transportar la energía eléctrica desde las redes hasta los puntos de consumo. Para asegurar el suministro eléctrico y equilibrar los flujos de energía, los distribuidores de electricidad necesitarán apostar por la digitalización y la flexibilidad para responder a las nuevas necesidades.

Como afirma el CEO de Endesa, José Bogas, "la energía está en el centro de la actividad económica y social de la sociedad". Un poco más allá, Revuelta defiende que, en concreto, "la transformación de las redes de distribución es un proceso en marcha que conlleva importantes beneficios para la sociedad".

Y es que una red flexible capaz de mantener el mayor equilibrio posible entre generación y consumo también será capaz de asegurar el máximo aprovechamiento de la producción renovable y de los nuevos usos de la electricidad, poniendo al consumidor final en el centro de la transición energética.

Para garantizar la flexibilidad y la resiliencia de la red, además, los distribuidores de electricidad necesitarán nuevas herramientas basadas en la digitalización que permitirán analizar, prevenir e implementar soluciones, por ejemplo, a posibles saturaciones o sobretensiones en la red gracias a la tecnología.

Una red flexible y digitalizada conformará una auténtica red eléctrica inteligente que, gracias al uso de nuevas tecnologías como el big data y de herramientas de monitorización y captación de información, dispondrá de mayor cantidad de información y ofrecerá la gestión más óptima y eficiente posible.

El caso (excepcional) de España

"España es un caso particular por su elevado número de horas de sol —una media anual de en torno a 2.500 horas—, que está llevando a un fuerte desarrollo de las instalaciones fotovoltaicas, especialmente en las pequeñas instalaciones de generación o autoconsumo", señala Revuelta.

La demanda y, por consiguiente, la producción de electricidad, sin embargo, no dependen exclusivamente de las horas de sol, ya que también se consume electricidad de noche. En este contexto, la flexibilidad de la red resulta fundamental a la hora de conseguir la máxima sinergia entre generación, demanda y distribución.

Con todo, durante la última década se han logrado importantes avances en España respecto a la transición energética. Por ejemplo, se ha producido un fuerte incremento de soluciones digitales en la mayoría de los sectores relacionados, los vehículos eléctricos han triplicado sus ventas en el último año y la energía eólica y fotovoltaica han reducido sus costes a una tercera y a una séptima parte respectivamente.

Además de esto, el impulso que actualmente están proporcionando las compañías para una mayor flexibilización de la red sin duda está dando resultado. En el caso de Endesa, disponen de un sistema que permite reponer el suministro de las instalaciones eléctricas de forma autónoma e instantánea, incluso implementando "soluciones que permiten anticipar incidentes antes de que estos lleguen a producirse", según Revuelta.

En la misma línea, también han apostado decididamente por la transformación digital en todas sus líneas de negocio, incluyendo la digitalización en la distribución con diferentes proyectos de flexibilidad. Concretamente, el Proyecto Coordinet busca desarrollar un sistema eléctrico más abierto, participativo y seguro donde los distintos agentes puedan aportar con sus generaciones y consumos servicios adicionales a la red eléctrica.

Dentro de las iniciativas del Grupo Enel, Flexibility Labs, con cuatro sedes ubicadas en Milán y Bari, en Italia, y en Málaga y Barcelona, en España, también se centra en la flexibilidad y las posibles soluciones innovadoras para las redes de distribución. En el caso de las sedes de Barcelona y Málaga, cuentan con la infraestructura necesaria para desarrollar proyectos piloto relacionados con la flexibilidad dentro de una red eléctrica simulada, e incluso con interconexión real.

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