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José T. Raga

La dignidad pisoteada

El trabajador más indefenso, el más humilde, tiene una dignidad propia igual que la suya, señor presidente.

A lo peor que nos estamos acostumbrando en el siglo XXI, con dolor para muchos, es a que sujetos que se prodigan en los medios, y especialmente los políticos, utilicen términos cuyo significado desconocen o tergiversan torticeramente.

Las más de las veces es una ostentación de la ignorancia, pero en otros la ignorancia o la mala fe, buscadas de propósito para engañar, se convierten en un mal social. Sus opiniones acaban influyendo en las decisiones sociales.

Tengo en mente unas manifestaciones del señor presidente del Gobierno, de hace apenas unos días, cuando se gloriaba en una comparecencia, tras el Consejo de Ministros, enunciando las razones de peso para uno de los acuerdos tomados.

¿Fue sólo torpeza? Porque, de entre el cúmulo de asesores, que pagamos todos los españoles, cabría elegir un grupito que corrigiera sus escritos, evitando así presunciones de lo que no se puede presumir.

El acuerdo del Consejo del que presumía era la elevación del SMI en quince euros (15,00 €), lo cual, reservándome mi opinión respecto a aquellos afectados que buscan trabajo sin éxito, suponía un incremento mensual, en las nóminas de quienes estuvieran contratados por un SMI –y siguieran contratados después del aumento–, de quince euros. Pero no otra cosa objeto a esa decisión, salvo mi reserva mencionada.

El verdadero problema del anuncio de tal medida, en palabras del presidente, fue la razón de ser, la motivación, el porqué de la decisión del Consejo, de la que asumía su protagonismo. Desearía ser fiel al texto de la declaración, aunque aseguro serlo en los términos que me produjeron escándalo.

El acuerdo sobre el incremento del SMI lo fundamentó el presidente en que era una cuestión de justicia social y de dignidad del trabajador. Personalmente, me he sentido ultrajado, y, quizá bajo ese influjo, pregunto: ¿era necesario que justificara la decisión? ¿No le bastaba con mandar? Y, puestos a justificar, ¿no encontró otros motivos menos ofensivos?

Me consta que a la izquierda le gusta poner apellido a la justicia, sin tener en cuenta que la justicia lo es por sí misma, con un sentido tan absoluto como cuando hablamos de lo justo. ¿Puede explicar al pueblo español qué entiende por justicia social? Ya sé que hablan de justicia social, justicia distributiva, justicia popular, justicia democrática… Yo, sinceramente, preferiría Justicia a secas.

El segundo término como soporte para la elevación del SMI fue dignidad. Convirtiéndolo, además, en una suerte de mercancía, a la que incluso le pone precio. ¿Pueden quince euros comprar la dignidad de un trabajador?

El trabajador más indefenso, el más humilde, tiene una dignidad propia igual que la suya, señor presidente. Y la tiene por sí mismo, como persona humana, no por una ley ni por acuerdo del Consejo de Ministros.

Su declaración ha pisoteado la dignidad; precisamente, aquello que por naturaleza no distingue ricos de pobres; una igualdad que rige para todos los seres humanos.

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