Menú
José T. Raga

El controlador descontrolado

Sin ser capaz de presagiar adónde vamos, sí me atrevo con el adónde no vamos.

Cualquier empresario reaccionaría ante este título afirmando que la empresa referida desaparecería en breve, inmersa en una quiebra de imposible salida. Pues lo mismo ocurre cuando cambiamos la empresa privada por las Administraciones Públicas controladas indebidamente por los Gobiernos, cuya su misión es gobernar y no tanto intervenir o controlar; misión que debe ser controlada por la sociedad –Cortes Españolas–.

De ese control, de cuya elusión el presidente del Gobierno es maestro, conocemos los peores resultados. También por las muchas sentencias condenatorias por actos de gobierno contra la ley.

La falacia en sus declaraciones, señor Sánchez, constituye la regla general; lo habitual. Presume de un incremento del empleo, cuando hay 3,72 millones en paro, incluyendo los 3,26 millones registrados, 239.000 en ERTE y 220.000 autónomos bajo protección. Y proclama haber vuelto a los niveles de empleo pre-pandemia. Para eso le faltarían unos 180.000 trabajadores. A cambio, el empleo público ha crecido en el último año en 169.000 nuevos empleados, totalizando 214.000 más que antes de la pandemia. Podría haber contratado a 3,50 millones de parados como empleados públicos, y España habría conseguido el pleno empleo.

Disculpen la sugerencia, porque el tema no está para bromas. ¿A dónde vamos por este camino? Me ha asustado, dado que Sánchez sólo hace turismo, que sea la ministra Díaz la que anuncie que tiene un proyecto. Su proyecto –que algunos reducen a su probable disposición a liderar Unidas Podemos– y para qué, lógicamente, con el fin de construir una España comunista, que es en lo que cree; supongo. Para eso le bastaría con flexibilizar la interpretación de los mandatos uno, tres, cinco y siete del decálogo comunista (capítulo 2 del Manifiesto de 1848).

Sin ser capaz de presagiar adónde vamos, sí me atrevo con el adónde no vamos. Y es adonde dijo el presidente que ya estábamos. Ni se ha cumplido el crecimiento del PIB – ¡ojalá quedemos en la mitad!–, ni la recaudación por impuestos/tasas –la Google en medio año ha ingresado 92 millones, cuando estaban presupuestados 968 para todo el ejercicio; o la Tobin, que en agosto había aportado 185 millones, cuando se esperaban 850–; en fin, peor imposible.

Y mucho peor y más preocupante es nuestro déficit público sobre el PIB, que en 2020 alcanzó el 11%, el mayor de los veinte países de la Zona Euro (Banco de España, boletín estadístico, agosto de 2021). Además, por qué no decirlo, porque es consecuencia de lo anterior, nuestra deuda es alarmante, alcanza ya el 120% del PIB, únicamente por detrás de las de Portugal, Italia y Grecia.

Cualquier día volverán los intereses a los créditos, quizá sin tardar demasiado: ¿quién pagará los intereses, y también la deuda a su vencimiento? Los que gobernaron para que este caos organizativo fuera así ya no estarán; incluso, en su favor, estarán olvidados. Es el signo de caridad para con el fracaso.

En Libre Mercado

    0
    comentarios