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José García Domínguez

La verdad sobre las autovías

Por ahí, por recaudar para las pensiones, van los tiros inconfesables de esa medida. No hay otra explicación. Pero no lo pueden decir.

Por ahí, por recaudar para las pensiones, van los tiros inconfesables de esa medida. No hay otra explicación. Pero no lo pueden decir.
Tráfico de coches en la autovía del Sur o A-4, antiguamente llamada autovía de Andalucía a la altura de la localidad del municipio de Getafe, a 11 de junio de 2021, en Madrid | Eduardo Parra / Europa Press

Yo puedo darme el lujo de vivir en la España vacía gracias a que facturo en la llena. Una muy placentera deslocalización que lleva a que atraviese con frecuencia esas autovías que surcan el país de este a oeste; autovías en las que el único problema para el conductor pasa por eludir con tino los radares de la DGT, pues lo habitual es transitar prácticamente solo durante la mayor parte del recorrido, invitación casi irresistible a pisar el acelerador. Ocurre que España es un lugar bastante grande en el que la gente decidió en su momento marcharse a residir en solo dos puntos, Madrid y la costa mediterránea, dejando libre y baldío el resto del espacio.

Es uno de los rasgos más extravagantes de nuestro país, de ahí que sorprenda tanto a los visitantes extranjeros que recorren la península, pero del que nosotros ni tan siquiera somos conscientes, tan habituados estamos a esa circunstancia anómala. Y ahora el Gobierno nos va a hacer pagar por el derecho a pisar todo ese asfalto ocioso. Una intención que, en principio, no deja de responder a cierta justicia poética tributaria. Que tengan que costear el mantenimiento de las autovías los contribuyentes que no las usan nunca o casi nunca, lo que hoy sucede, no semeja a priori ni muy justo ni tampoco muy razonable. Y si esa fuera la genuina razón que ha empujado al Ejecutivo a tomar la medida, quizá habría que apoyarla.

Pero la razón no es esa, la verdadera quiero decir. De hecho, el que a partir de bien pronto, tan pronto como al día siguiente de las próximas elecciones generales, todo el mundo vaya a verse forzado a pagar por usar cualquier autovía tiene muy poco que ver, si es que algo tiene que ver, con el prosaico asunto de buscar fuentes para costear el mantenimiento rutinario de esas infraestructuras de transporte terrestre. La película es muy otra. En lo que resta del siglo XXI, España va a arrostrar tres grandes problemas, problemas con mayúscula: el separatismo catalán, la inmigración extranjera incontrolada y el pago de las pensiones. Y por ahí, por recaudar para las pensiones, van los tiros inconfesables de esa medida. No hay otra explicación. Pero no lo pueden decir.

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