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Cristina Losada

La reforma mágica de Yolanda Díaz

La vicepresidenta tiene que elevarla a la categoría de 'histórica' y dar por hecho que va a acabar con la precariedad poco menos que mañana mismo.

La vicepresidenta tiene que elevarla a la categoría de 'histórica' y dar por hecho que va a acabar con la precariedad poco menos que mañana mismo.
EFE

A la ministra Díaz no le basta con defender la reforma laboral que ha salido de las negociaciones con patronal y sindicatos. Podría haber dicho, siempre en la perspectiva de su defensa, que es un compromiso aceptable que tiene buenas intenciones y que espera sea eficaz para resolver ciertos problemas, aunque habrá que ver cómo funciona. Podría haber reconocido, incluso, que quizá tenga efectos indeseados que no se han previsto. Pero también hemos de reconocer, por nuestra parte, que decir algo así sería de una rareza excepcional en el mundo político que conocemos, y tan raro que hasta resultaría hiriente. Es más, a quien primero haría daño una demostración de franqueza y empirismo de ese tipo sería a la ministra. De ahí, entre otras cosas, que no sólo esté empeñada en defenderla: tiene que elevarla a la categoría de histórica y dar por hecho que va a acabar con la precariedad poco menos que mañana mismo.

Díaz no es la única que vive en (y vive de) el pensamiento mágico que atribuye plenos poderes de transformación a las piezas que aparecen publicadas en el Boletín Oficial del Estado, sea cual sea la realidad que pretenden alterar. No es la única, cierto, sólo una más, pero el fetichismo legislativo está aún más fuera de este mundo cuando se pone a actuar sobre una realidad que lleva unos cuarenta años presentando más o menos los mismos rasgos, con una tozudez inflexible y completamente impermeable al signo político de los Gobiernos. Con la izquierda y con la derecha, con tal legislación o tal otra, las tendencias han sido las mismas. Y la pregunta lógica es: ¿por qué van a cambiar esos rasgos y esas tendencias radicalmente ahora? ¿Qué poderes tiene la histórica reforma de Díaz que no tuvieron otras?

Tiene exactamente los mismos poderes que reformas anteriores: pocos y limitados. Lo que ha ocurrido es que podemitas y socialistas decidieron un buen día, cuando tenían barra libre de demagogia en la oposición, que los problemas del mercado laboral español no venían de atrás, no existían antes ni eran endémicos, sino que se debían todos a la reforma del PP, por lo que la solución era sencillísima. Sólo hacía falta derogar aquella maléfica pieza legislativa para que se resolvieran ipso facto. Como por arte de magia. Y es lo que se va a hacer. Se resolverán uno a uno o todos a la vez, veremos cuál es la potencia mágica que despliega. Tanto el paro como el paro juvenil y tanto la precariedad como la temporalidad serán historia en menos que canta un gallo. Será ahora, porque tiene que ser y porque a nadie y a ningún Gobierno de antes se les había ocurrido acabar con esos problemas. ¡O no habían querido! Cambias la ley y cambias el mundo. Y cuando se vea que prácticamente no cambia nada, siempre habrá por ahí una crisis a la que achacar el mal dato, y ya serán las próximas elecciones.

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