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Emilio Campmany

La innecesaria reforma de la reforma

El Gobierno está moviendo todos sus resortes para obligar al PP a que les saque las castañas del fuego.

El Gobierno está moviendo todos sus resortes para obligar al PP a que les saque las castañas del fuego.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | EFE

El Gobierno prometió derogar la reforma laboral del PP. A Bruselas sin embargo no le gustó la idea y amenazó con privar a España de los fondos prometidos para la recuperación económica post-pandemia si la derogación se llevaba a cabo. El Gobierno consiguió que Bruselas le dejara retocar, que no derogar, la reforma del PP siempre que los agentes sociales, especialmente los representantes de los empresarios, aceptaran sus términos. Finalmente, los empresarios consintieron los retoques, a pesar de que les perjudican. Pero ha surgido un problema. Como los socios de investidura no han intervenido en la negociación, se niegan a ratificar el decreto ley si no se les permite enmendar el texto, algo que podría hacerse si se tramita como proyecto de ley. Lo que pasa es que, si se enmendara, el aprobado ya no sería el texto negociado con los agentes sociales y se corre el riesgo de que Bruselas entienda que no se ha cumplido la condición que exigió y se congele la entrega de los fondos. Para evitar tal posibilidad, el PP está recibiendo toda clase de presiones con el fin de que vote a favor de la reforma.

El asunto no puede ser más estúpido. Como Bruselas no les deja cumplir su promesa de derogar la reforma laboral so pena de dejar de percibir los fondos, el Gobierno finge que lo hace sin hacerlo retocando la reforma del PP. Y para fingir el cumplimiento de una promesa y a duras penas ocultar que lo que en realidad hace es incumplirla, embarca a los agentes sociales, compra a los sindicatos devolviéndoles el poder de los convenios colectivos, compra a los empresarios enseñándoles la zanahoria de los fondos europeos, intenta estafar a sus socios de investidura que luego se niegan a votar un trágala y se ve obligado finalmente a recurrir a todos sus resortes para obligar al PP a que les saque las castañas del fuego.

Un despropósito. ¿No habría sido preferible dejar la reforma laboral en paz y reconocer que se hace así para recibir esos fondos que son tan importantes? Mucho más cuando la promesa de derogar la reforma laboral del PP no sólo no se va a cumplir, sino que ésta va a quedar prácticamente intacta. Por supuesto, los políticos son capaces de cualquier cosa con tal de aparentar que hacen lo que en realidad no están haciendo. Pero esto de la reforma laboral está siendo excesivo incluso para los estándares de idiocia a los que nos tiene acostumbrados la política española. Y como guinda del pastel están los empresarios, cuyos representantes se han prestado a representar esta mala comedia de pícaros. A saber cómo ha prometido el Gobierno repartir los fondos. En todo caso, en este enredo sólo hay una cosa segura: habiendo tanto dinero a repartir, el decreto ley saldrá de un modo u otro convalidado.

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