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Europa mira al gas español: el gran escollo para sustituir al gas ruso

España tiene poca dependencia del gas ruso, lo que garantiza el suministro, pero no el precio. Importamos, sobre todo, de Argelia, EEUU y Nigeria.

España tiene poca dependencia del gas ruso, lo que garantiza el suministro, pero no el precio. Importamos, sobre todo, de Argelia, EEUU y Nigeria.
Tanques de almacenamiento de gas en el Puerto de Barcelona | Alamy

La invasión de Rusia a Ucrania vuelve a poner en jaque los precios de la energía, que ya llevan más de un año registrando máximos históricos y golpeando el bolsillo de particulares y empresas. El gas ha sido una de las materias primas más afectadas por esta escalada de precios, y ahora, vuelve a estar en el punto de mira debido a la alta dependencia de Rusia que tienen los países europeos.

Los números no fallan. Rusia exporta el 40% de todo el gas que consume la UE, e incluso, hay países que son 100% dependientes de Moscú, como Letonia, Rumania o Bulgaria. Dentro de las principales potencias europeas, Alemania es una de las que más supeditada está al gas ruso, con más del 50% de sus importaciones, por lo que un hipotético cierre del grifo por parte del Kremlin sería devastador para el país germano... y para toda Europa.

La razón es sencilla: si Alemania se quedase sin su principal proveedor de gas, saldría a buscar esta materia prima a cualquier mercado, lo que impulsaría todavía más al alza los precios en todos los países del Viejo Continente.

El gas vuelve superar los 120 euros

En España, el precio medio del Mibgas -índice de referencia nacional- ha alcanzado este miércoles la friolera de los 122 euros el megavatio/hora, ya influido en estos últimos días por las tensiones geopolíticas en Ucrania, y después, por la cruenta guerra. Como se observa en el gráfico de GasIndustrial, la subida de precios es generalizada en todos los mercados y el gas ya amenaza con volver a los máximos históricos del pasado mes de diciembre.

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Si nunca antes el precio del gas había alcanzado cotas similares ni en España ni en Europa, la invasión que ha emprendido uno de los principales gigantes gasistas del mundo no vaticina, precisamente, bajadas de precios, sino todo lo contrario.

En el siguiente gráfico se compara el índice del gas holandés (el de referencia de Europa) y el español. Se observa que, a lo largo de los años, ambos precios han ido acoplados salvo excepciones, como Filomena. Hay que recordar que el gas no solo afecta, por ejemplo, a las calefacciones, sino que golpea de lleno en la factura de la luz.

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¿De dónde viene el gas que llega a España?

"España tiene garantizado el suministro de gas natural para los próximos meses" tranquilizaba Enagás en un comunicado la semana pasada, después de que las tropas de Vladímir Putin entraran en territorio ucraniano.

Enagás es la propietaria de las infraestructuras de gas natural del país, y es más que probable que tenga razón, porque España tiene muy poca dependencia del gas ruso. Así, en los últimos 12 meses, los principales suministradores de nuestro país han sido Argelia, con el 41%, Estados Unidos (17%) y Nigeria (12%). De Rusia solo vino el 8,5% del total. Eso sí, "aunque en España no tengamos riesgo de desabastecimiento dada nuestra capacidad, los precios reflejarían, en un alto grado, la evolución del gas europeo" señalan fuentes del sector que vaticinan subidas. "Los precios actuales ya están reflejando la situación de riesgo" insisten.

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El gas licuado le come terreno al gasoducto

En los gráficos circulares anteriores se observa que ha habido un cambio de tendencia en el suministro gasístico, ya que casi el 69% del gas que importó España en enero llegó en forma de gas licuado (GML), mientras que un año antes era menos de la mitad. Esto se explica por el cierre del gaseoducto Magreb-Europa (GME) que desembocaba en Cádiz y que ha dejado de funcionar por el conflicto entre Argelia y Marruecos. España ha sufrido el daño colateral.

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A España el gas le llega por dos vías: gasoductos y mar. La situación geográfica de nuestro país favorece la llegada GML a través de buques procedentes de los diferentes países a 160 grados bajo cero. El gas licuado ocupa 600 veces menos que el gaseoso, por lo que es una forma de transporte muy eficiente, pero habitualmente es más caro.

Las plantas regasificadoras son instalaciones encargadas de convertir el gas licuado en gas natural. Actualmente, España cuenta con 6 plantas de regasificación desde donde puede llegar gas de todo el mundo. De hecho, nuestro país es una de las potencias regasificadoras europeas, ya que cuenta con el 30% de la capacidad de almacenamiento de GNL y el 25% de capacidad de regasificación de Europa. Alemania no tiene ninguna.

España, ¿la salvación ante el gas ruso?

Es por eso, que todas las miradas se han puesto en España como proveedor de gas a gran escala a Europa y como alternativa a Rusia. Pero hay un gran problema: el de la interconexión. Es decir, España no tiene capacidad para sacar el gas de sus regasificadoras al norte de Europa, ya que solo tiene una interconexión por Francia y su capacidad es ínfima para abastecer a todo el continente. "La capacidad de exportación de gas hacia Francia es muy limitada. España tiene a una capacidad de exportación teórica de unos 60 bcm/año (76 bcm de regasificación + 23 bcm de gasoductos vs una demanda de unos 38 bcm/año), mientras que la capacidad de exportación a Francia es de sólo 7 bcm/año. Y eso, hay que compararlo con una demanda total en Europa de 500 bcm/año, de la que unos 170 bcm se cubren con gas ruso" explican fuentes del sector.

Por ello, desde la UE, ya se ha urgido a nuestro país a reforzar sus interconexiones para compensar la dependencia con el gas ruso. Hace unos días, la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, pedía a España mejorar el nivel de conexión energética de la Península Ibérica y Francia a través de los Pirineos como alternativa a Moscú.

Sin embargo, el Gobierno, y particularmente su vicepresidenta para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ya ha expresado sus recelos a los proyectos de interconexión gasista a través de los Pirineos. Esto recuerda al abandono del proyecto MidCat, que iba a suponer la construcción de otro gasoducto entre España y Francia, y que fue descartado hace unos años por sus dudas sobre su rentabilidad dada la previsión de que cayera el consumo de gas por las políticas ecologistas de los países. Hoy vemos que no estuvieron muy acertados.

Según el Plan de Operación Mensual de Enagás, nuestro país va a exportar todos los días de marzo gas a Europa por los Pirineos. Que España exporte gas al extranjero no es algo novedoso, ya que en enero lo hizo a través de la conexión Ibérica con Portugal y en febrero, también desde los Pirineos. Pero son exportaciones pequeñas que no pueden, ni de lejos, sustituir al gas ruso. "Si hubiera un corte de suministro, aun llevando al máximo la regasificación, Europa no podría sustituir totalmente la falta de gas ruso. Debería utilizar la capacidad de almacenamiento disponible. Y tendría para unos 3 meses. Hay que tener en cuenta, también que estamos ya finalizando la campaña de invierno, que la demanda comenzará a bajar y que, en cualquier caso, se podrían activar restricciones a determinados clientes", explican fuentes del sector energético.

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