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Los europeos, indignados con el despilfarro de Irene Montero

Hablamos con analistas de referencia en Italia, Suecia... sobre el Plan de Igualdad de 21.000 millones y el uso de los fondos NextGenEU.

Hablamos con analistas de referencia en Italia, Suecia... sobre el Plan de Igualdad de 21.000 millones y el uso de los fondos NextGenEU.
Irene Montero y Belarra en el Congreso de los Diputados. | EFE

El anuncio de un Plan de Igualdad valorado en más de 21.000 millones de euros por parte de la ministra Irene Montero ha sido interpretado por no pocos analistas como el clavo definitivo en la tumba de la estabilidad fiscal. En una España que presenta el déficit más alto de la Eurozona y acumula casi quince años de déficits presupuestarios ininterrumpidos, los nuevos dispendios comunicados por Irene Montero confirman que el Ejecutivo de PSOE y Podemos sigue gastando sin control ni disciplina alguna, espoleado por el balón de oxígeno que han supuesto los polémicos "fondos europeos".

Libre Mercado se ha entrevistado con una serie de expertos europeos para conocer su opinión sobre la deriva económica de nuestro país. El denominador común que se extrae de estas conversaciones es la preocupación que genera una política económica basada en el gasto irrestricto y la financiación de costosos desembolsos públicos basados en una agenda ideológica que poco o nada aporta al crecimiento y la productividad. Todo con el problema añadido de que, como advirtió la AIREF, hasta 37.000 de los 70.000 millones de gasto financiado por Bruselas pueden convertirse en dispendios estructurales que deberemos financiar año tras año.

La mirada italiana

Para empezar, viajamos a Italia. Nuestro invitado inaugural es Alberto Mingardi, quien nos atiende desde Milán. "Me preocupa lo que está sucediendo en España, porque es un reflejo de los grandes problemas de Europa. Esta idea de que no hay límites al gasto público arranca con la crisis de 2008, se exacerba con la pandemia del covid-19 y puede ir a mas con la guerra en Ucrania. La política monetaria del Banco Central Europeo está facilitando estos excesos y enmascarando el coste, lo que hace que el ciudadano medio sea menos sensible ante el repunte de la deuda pública. Ya no se ve tanto como una amenaza a la prosperidad de las generaciones de mañana y eso es un problema. Ahora mismo, no veo salida. Pero los tipos de interés subirán en algún punto y ahí veremos cómo muchos de los países de la Eurozona tienen que enfrentar las consecuencias de su irresponsabilidad fiscal", explica.

Autor de numerosos libros, al escuchar los planes de Montero, dice considerar que "en términos generales, hay dos aspectos clave que ayudan a la mujer en el mercado de trabajo: la promoción de sus oportunidades para el emprendimiento, con menos barreras y trabas, y la facilitación de la conciliación, para favorecer el equilibrio de la actividad profesional con la vida personal. Por eso, las políticas de gasto desmesurado no son una solución".

"Paradójicamente, hay algo bueno en la situación española: a saber, que el gobierno no ha pedido los créditos blandos, solo las ayudas a fondo perdido. Italia, en cambio, ha solicitado ambas líneas de financiación, de modo que contraerá el doble de obligaciones. Viendo cómo está gastando España y cómo me temo que gastará Italia, lo ideal sería que los políticos sean incapaces de gestionar todo ese dinero", opina este liberal de cepa.

"Muchos proyectos se plantean como "inversiones" transformadoras que, en realidad, serán gastos permanentes que no contribuirán a elevar el crecimiento. Por ejemplo, Sicilia tiene un déficit evidente en lo referente a la calidad de las calzadas, carreteras y autopistas, pero el plan de la UE está volcado contra el uso del automóvil, de modo que lo que se va a financiar es un tren de alta velocidad que conecte Palermo con Catania. La cruda realidad es que no hay demanda de una infraestructura así y que el coste de mantenimiento será muy alto, de modo que al final el contribuyente tendrá que financiar un proyecto muy caro e ineficiente", añade Mingardi al ser preguntado por los planes de gasto que se están desarrollando en España o Italia con cargo a Bruselas.

"Lo único que puede contribuir a mejorar el comportamiento de nuestras economías es la adopción de reformas, de políticas de oferta que flexibilicen los mercados. No creceremos a base de repartir dinero entre empresas que, por esta vía, pasan de enriquecerse a través del intercambio libre a ganar dinero a golpe de tramitar contratos gubernamentales. Tampoco creceremos con gastos como los que se están aprobando. Creceremos con reformas", recalca nuestro primer entrevistado.

La mirada sueca

A continuación, viajamos a Suecia, donde el analista y consultor Gustav Blix atiende a nuestra llamada. Su gran preocupación es que, mientras en España se desarrollan estos programas, el resto de Europa se concentra en lo verdaderamente importante: "el terremoto geopolítico que supone la guerra desatada por Rusia tras la invasión de Ucrania".

Quien fuera director del think tank liberal paneuropeo por excelencia, Epicenter, sostiene que "lo que está pasando al Este obliga a dar un giro de 180 grados. Tenemos que plantear qué queremos que sea la OTAN, cómo podemos reorganizar la política exterior, qué fórmulas son más óptimas para mejorar nuestra posición económica, qué maneras hay para reconstruir nuestros sistemas de defensa".

Sobre el uso que se está dando a los fondos europeos en países como España, Blix considera fundamental que "pongamos el foco en usar los recursos comunitarios de forma más efectiva, con programas más selectivos que nos ayuden verdaderamente a tener economías más competitivas. De lo contrario, con este tipo de iniciativas, lo único que hacemos es perder capacidad de crecimiento, asumir más endeudamiento y acercarnos a un mayor riesgo de crisis financieras y económicas".

Perspectiva austriaco-alemana

Nuestro siguiente experto es Kai Weiss. Es miembro de la Junta Directiva del Instituto Hayek e investigador del Austrian Economics Center. Conoce a fondo la política de Austria y Alemania, de modo que su perspectiva resulta especialmente esclarecedora para el tema que nos ocupa, puesto que ambos países centroeuropeos son especialmente celosos de la cuestión de la estabilidad presupuestaria y el control del gasto público.

"Gobiernos como el español parecen haberlo olvidado, pero sigue siendo cierto que ningún país se puede endeudar indefinidamente. En algún momento habrá que devolver las obligaciones asumidas. Al permitir que la deuda se dispare tanto, el eventual momento en el que toque enfrentar las cosas se retrasa en el tiempo, pero no desaparece. Es crucial, pues, que España ponga fin a esta locura y regrese a un marco comprometido con la buena salud fiscal. Se está comprando un crecimiento artificial a costa de las generaciones futuras y, aunque la deuda oculta los problemas asociados a la gestión del gobierno actual, la cuestión de fondo sigue ahí", señala.

"El papel del gobierno, tal como lo entienden los defensores del mercado y de la libertad, debería ser el de ser una especie de árbitro en las relaciones humanas, estableciendo unas reglas claras bajo las cuales un pueblo libre puede tomar sus propias decisiones. No es su tarea, pues, el promover la "igualdad" según entiende el Ejecutivo español. La igualdad que va más allá de la igualdad ante la ley es una igualdad ideológica y no pueden dedicarse recursos ingentes a imponer una u otra visión. Con este tipo de programas de gasto se devalúa el papel de los grupos a los que se dice proteger, en este caso las mujeres. En esencia, el gobierno español está diciendo que las mujeres necesitan la fuerza de la coacción estatal para tener éxito. Equivale a decir que, por sí solas, no podrían lograr nada. Prefiero ver un mundo en el que promovemos mejoras a través de cambios culturales, no de gasto y agendas ideológicas sectarias", apunta.

"El medio ambiente, la cohesión social, la digitalización y otros temas que tanto gustan a la UE son asuntos importantes que no debemos descuidar. Pero la pregunta es cuál es la mejor manera de resolver estos problemas. Y me temo que la solución no es, en ningún caso, un programa como el de los fondos Next Generation EU", concluye.

La valoración británica

Salimos ahora de la UE y viajamos al único país que la ha abandonado: Reino Unido. Desde Londres nos atiende Adam Bartha, que forma parte del Institute of Economic Affairs y también dirige el proyecto Epicenter. En su opinión, "aunque en España ha aumentado mucho la deuda en los quince últimos años, su crecimiento ha sido desastroso en ese mismo periodo. Acumular déficit tras déficit, peor aún sin que se aprecien resultados positivos, es injusto para las nuevas generaciones. No es pecado tener déficit en un año aislado, como en 2020 por el covid-19, pero sí lo es acumular tantos ejercicios en números rojos".

Tocando el plan de Irene Montero de forma más directa, Bartha apunta que "la mejor política feminista que cualquier gobierno puede seguir es desregular y flexibilizar el mercado laboral, lo que conduce a condiciones de trabajo más dinámicas y un mayor crecimiento económico. Los países con más flexibilidad en el mercado laboral tienen una mejor igualdad de oportunidades para las mujeres y las minorías. En lugar de consignas políticas vacías o de grandes programas de ayuda, el gobierno español debería centrarse en permitir que las mujeres y las minorías tengan más control sobre el equilibrio entre la vida laboral y personal. Esto no implicaría más gasto público (tampoco los déficits presupuestarios resultantes), sino que, de hecho, podría favorecer una mayor contribución fiscal de los ciudadanos, gracias al aumento del crecimiento económico derivado de una mayor participación laboral para las mujeres".

La iniciativa del ministerio de Igualdad demuestra que "el dinero gratis es fácil de obtener en los tiempos que corren, pero también se puede desperdiciar de manera sencilla. Al igual que con el Fondo de Cohesión de la UE, es probable que los Fondos Next Generation EU se desperdicien en proyectos vanidosos con poco o ningún beneficio para el público en general. Solo sale ganando un puñado de burócratas y algunas empresas bien conectadas. La principal ventaja de la Unión Europea radica en su Mercado Único y las cuatro libertades fundamentales de la UE, que contribuyen enormemente a la prosperidad económica del continente. Si bien tal vez podamos permitirnos desperdiciar algunos de los frutos de esta prosperidad, nuestra calidad de vida podría ser significativamente mayor (y la carga fiscal significativamente menor) si dejamos de derrochar dinero".

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