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Por qué Chile corre el peligro de acabar como Venezuela

Al final del verano se votará la nueva constitución que, por ejemplo, facilita las expropiaciones.

Al final del verano se votará la nueva constitución que, por ejemplo, facilita las expropiaciones.
Boric, el presidente socialista chileno | EFE

Chile fue considerado durante mucho tiempo como el país modelo del capitalismo en Hispanoamérica. A pesar de que ha perdido posiciones, sigue siendo una de las veinte economías más liberales de la región, por delante de Estados Unidos o de Gran Bretaña. Los resultados de dicha apuesta por la economía de mercado han sido positivos. Si revisamos el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas vemos que Chile es el país con mejores resultados de toda América Latina. Y, si nos fijamos en su tasa de pobreza, vemos que se reduce a un 6,4%, prueba del éxito capitalista frente al 76,6% que se anota la Venezuela socialista.

A pesar de la increíble historia de éxito de Chile, sobre la que escribí en mi libro El capitalismo no es el problema, es la solución, la cruda realidad es que, en las elecciones presidenciales del pasado año, el vencedor fue el candidato socialista Gabriel Boric. A esto hay que sumarle la nueva constitución que será sujeta a votación el próximo 4 de septiembre de 2022 y que amenaza con acelerar el giro socialista del país.

¿Cómo pudo suceder esto? Durante mi último viaje a Santiago de Chile, hablé con Axel Kaiser, titular de la Cátedra Friedrich Hayek en la Universidad Adolfo Ibáñez, una de las principales universidades de Chile. Kaiser ha publicado numerosos libros y es co-fundador y director del think tank libertario Fundación para el Progreso.

En su opinión, el principal reto que enfrenta ahora el país es el de la nueva constitución: "en esencia, la nueva Carta está moldeada por una profunda desconfianza en el mercado y una fe ciega en el Estado. Con 499 artículos, se trata de la constitución más larga del mundo. En lugar de tomar ejemplo de buenas constituciones, como la Ley Fundamental Alemana, lo que han hecho los asambleístas responsables del texto ha sido copiar elementos propios de constituciones como las de Venezuela y Bolivia".

Un problema especialmente grave al que se enfrenta Chile es el hecho de que los derechos de propiedad se están erosionando: "hasta ahora, cuando el Estado expropiaba empresas, estaba obligado a pagarles el precio de mercado al contado y en efectivo. De acuerdo con el borrador de la nueva constitución, el Estado pasará a pagar un "precio justo" de naturaleza indefinida y sin exigencia de realizar el desembolso al momento. Además, se garantiza todo tipo de "derechos sociales", como el derecho al trabajo, donde la inspiración parece sacada de la constitución de la RDA alemana y su artículo 15…".

El proyecto de constitución también consagra los derechos de los pueblos indígenas en Chile. En opinión de mi entrevistado, "este cambio terminaría con la aplicación uniforme de la ley en Chile. Surgirían así zonas autónomas donde se limitaría la aplicación de la ley de referencia para todo el país. En los últimos años hemos visto que el Estado chileno solo puede hacer cumplir sus leyes a través de decretos y medidas de emergencia, puesto que la anarquía y la violencia ya prevalecen en muchas de zonas del sur. Incluso el nuevo presidente Gabriel Boric, que criticó duramente estas normas de emergencia durante el periodo previo a las elecciones, ahora ha tenido que usarlas él mismo, porque la violencia está aumentando cada vez más. Los impulsores de la violencia son grupos de extrema izquierda que están muy vinculados al crimen organizado, especialmente al narcotráfico".

El hecho de que Boric haya cambiado su enfoque desde las elecciones no es, a priori, algo negativo. Sin embargo, esto es solo relativo, porque más que tratarse de un líder moderado, hablamos de un político que resulta menos radical que los comunistas que se están haciendo con el control de la agenda del gobierno. En cualquier caso, no hay que confundirse: "antes de su discurso de toma de posesión el 11 de marzo de este año, besó la estatua de Salvador Allende. Para los socialistas, este es sin duda un símbolo importante, pero para todos los demás se trata también de una señal que alimenta el temor de que Chile se embarque nuevamente en un camino radical".

¿Ganarán Boric y sus partidarios el referéndum sobre la nueva constitución el 4 de septiembre? El índice de aprobación de su gobierno está cayendo y, aunque el pasado año había un 78 por ciento de chilenos a favor de una nueva constitución, hoy ya hay varias encuestas que apuntan que hay más gente en contra de la nueva Carta. Aun así, el resultado del referéndum se antoja incierto.

En parte, parecería que Boric y su gobierno están esperando hasta después de la votación, con la esperanza de una nueva constitución que les ayudaría enormemente a implementar medidas más radicales. Kaiser considera que el mandatario "ya mostró que tiene dos caras en la campaña electoral, difundiendo consignas radicales en la primera vuelta y haciéndose pasar por moderado en la segunda. Esto le permitió ganarse a muchos votantes centristas". Para mucha gente, incluida mi pareja, que es chilena, su rival en los comicios, José Antonio Kast, era percibido como alguien de extrema derecha. Mi entrevistado considera que "sin duda, está a la derecha y no es un libertario, pero también hay que decir que los medios de comunicación han exagerado, retratándolo como un nazi. En cualquier caso, lo que hizo tu pareja es lo que hicieron muchos chilenos: votar no tanto a favor de Boric, sino en contra de Kast...".

En Venezuela, Hugo Chavéz también declaró antes de las elecciones que no planeaba nacionalizar empresas e incluso se describió a sí mismo como "el Tony Blair del Caribe", es decir, como un socialdemócrata orientado al libre mercado. En la práctica, sus políticas rápidamente se radicalizaron cada vez más, hasta que el país terminó cayendo en una situación de dictadura y caos. ¿Chile se va a convertir en la nueva Venezuela? Kaiser cree que "hay que tener fe en el sentido común del pueblo chileno, pero nos enfrentamos a años difíciles y amargos. Lo que más me preocupa es el aumento de la violencia en todo el país y la reversión de una política de libre mercado que fue muy exitosa y que, por cierto, también fue apoyada por los socialistas durante las últimas. ¿Por qué si no insisten tanto en la nueva constitución, que sería el as bajo la manga para sus políticas radicales? De igual modo, los planes de introducir el impuesto sobre el patrimonio también ahuyentarán a los inversores, que ya llevan años pensándolo dos veces antes de seguir apostando por Chile". Una alerta preocupante.

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