No pocos medios hablan ya del colombiano Rodolfo Hernández. Sobre el papel, tiene pocas posibilidades de alzarse con la victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, pero su buen desempeño en la primera ronda ha cogido por sorpresa a la mayoría de casas de encuestas y ha puesto de manifiesto que su crecimiento podría llegar a frenar lo que hoy por hoy parece una victoria inevitable del peligroso izquierdista radical Gustavo Petro, ex miembro del grupo terrorista M-19.
Al comenzar el proceso, Hernández era prácticamente un desconocido. Natural de Bucaramanga, amasó una fortuna en el negocio de la construcción a base de apostar por el desarrollo de viviendas pensadas para las rentas medias y bajas. De orígenes humildes, perdió a una de sus cuatro hijas cuando fue secuestrada por el ELN en 2004.
Tras llegar a la alcaldía local, protagonizó todo tipo de polémicas, hasta el punto de llegar a las manos con un concejal de la oposición. No cuenta con un partido detrás, sino que concurre como independiente y carece de estructuras formales que puedan acompañar sus aspiraciones electorales. Lo que sí tendrá ahora es el apoyo de las fuerzas de la derecha, que en principio apoyaban a Fico Rodríguez, pero ahora se volcarán en respaldar a Rodolfo Hernández, erigido en el "mal menor" ante la amenaza de un triunfo de Petro.
¿Qué propone?
En el plano económico, el empresario ha anunciado que no tiene previsto impulsar ningún tipo de reforma tributaria, rompiendo con la tónica expresada por la mayoría de candidatos, y ha defendido que el IVA debe ser del 10% de forma generalizada, frente al actual sistema de tres tramos que llega al 19% en un tercio de los bienes y servicios gravados.
Hernández se define como "un empresario de 77 años en plena cruzada contra la corrupción". Considera necesario "contraer el despilfarro en burocracia y robos", al considerar que "Colombia ha crecido en los últimos veinte años, pero parte de esa riqueza se ha perdido por culpa de la clase política". En este sentido, critica que Colombia "tiene muchos funcionarios públicos y gasta demasiado" y defiende que hay que bajar el gasto "inoficioso e inoperante".
Su discurso comercial tiene ecos proteccionistas, puesto que aboga por "producir y sustituir importaciones" y por "llevar a la gente a producir al campo". En cambio, ve con buenos ojos la posibilidad de desarrollar el fracking, pidiendo un análisis basado en estudios rigurosos para considerar los costes y beneficios de esta tecnología energética.