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El Banco de España no da tregua al Gobierno y asesta otro tijeretazo a las previsiones

El organismo que dirige Pablo Hernández de Cos, al que el Ejecutivo ha declarado la guerra, vuelve a empeorar las previsiones sobre la economía.

El organismo que dirige Pablo Hernández de Cos, al que el Ejecutivo ha declarado la guerra, vuelve a empeorar las previsiones sobre la economía.
El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, una comparecencia este mes | Europa Press

Enésimo golpe del Banco de España a la economía española. El organismo que dirige Pablo Hernández de Cos ha recortado cuatro décimas su previsión para el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de España en 2022, desde el 4,5% hasta el 4,1%.

"El inicio de la guerra en Ucrania abrió un período de enorme incertidumbre, que, tres meses y medio más tarde, continúa sin disiparse", ha reconocido el director general de Economía y Estadística del Banco de España, Ángel Gavilán, quien ha advertido de que las proyecciones están sometidas a "riesgos significativos", orientados a la baja en el caso del crecimiento del PIB y al alza en el de la inflación. Esta rebaja coincide en la que ha llevado a cabo la OCDE esta semana, que también ha recortado sus previsiones de crecimiento del PIB al 4,1%.

Una vez más, las estimaciones de estos organismos se sitúan por debajo del 4,3% calculado por el Gobierno para este año y que ya tuvo que corregir drásticamente Calviño desde el 7% que mantenía hasta abril y con el que diseñó los Presupuestos Generales del Estado del presente ejercicio.

De cara a los próximos años, el Banco de España prevé un crecimiento del 2,8% en 2023, una décima menos de lo estimado en abril, y un alza del 2,6% en 2024, una décima más respecto a la previsión anterior. En este caso, el Gobierno vuelve a ser más optimista y vaticina un crecimiento del 3,5% para 2023.

Que el Banco de España alargue la salida de la crisis de esta forma, frente al triunfalismo del Ejecutivo de Sánchez, le puede costar más críticas del ala económica del Gobierno, que lleva meses cargando contra este organismo e intentando desacreditar sus estimaciones.

Además, el Banco de España cree que la economía española no recuperará el nivel de producto previo a la pandemia hasta la segunda mitad de 2023. En cuanto a la evolución del empleo, la institución ha mejorado cinco décimas la previsión para este año, en el que espera una tasa media de paro del 13%, que bajaría al 12,8% en 2023 y al 12,7% en 2024.

Menos optimismo con el tope de gas

En cuanto a la inflación, el Banco de España ha rebajado del 7,5% al 7,2% la media prevista para este año. No obstante, las perspectivas empeoran de cara a 2023 y 2024, cuando se estiman tasas del 2,6% y 1,8%, respectivamente, superiores ambos casos.

En este sentido, el organismo que dirige Hernández de Cos vuelve a echar otro jarro de agua fría al Gobierno debido a que calcula que el mecanismo ibérico para topar el gas, en vigor a partir del 15 de junio, solo reduciría la inflación media en 0,5 puntos. Se trata de una cifra menos ambiciosa que la del Ejecutivo, que estima que podría reducir hasta en un punto la inflación.

De su lado, las estimaciones para la inflación subyacente -sin alimentos ni energía- son peores respecto a las previsiones de abril. En 2022, el organismo prevé que se sitúe en el 3,2%, frente al 2,8% anterior, y caerá al 2,2% en 2023 y al 2% en 2024.

Sobre los riesgos en este contexto de incertidumbre, el Banco de España alerta en su informe de que la intensidad con la que, en los últimos meses, parecen estar materializándose algunos efectos indirectos -como la transmisión de los mayores costes de producción a los precios finales- habría elevado la probabilidad de que se desencadenen efectos de segunda vuelta o de realimentación entre precios y salarios significativos, que supondrían una pérdida de competitividad exterior, una mayor inflación y un menor nivel de actividad y empleo para la economía española.

Dificultadas para las familias

Por último, no descarta que el proceso de retirada de estímulos monetarios dé lugar a ajustes "más abruptos" en los precios negociados en los mercados de capitales. Además, la combinación de una inflación más elevada y un aumento de los tipos de interés podría hacer que los agentes en situación más vulnerable pudieran experimentar mayores dificultades para hacer frente al pago de las deudas.

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