Hacienda empieza a geolocalizar los teléfonos móviles de los clientes. La excusa del Gobierno ha sido empezar a cobrar la tasa Google, que es un impuesto a las tecnológicas con el que Sánchez lleva más de un año intentado sablear a los grandes gigantes digitales.
Lo que dice el Gobierno es que tiene que corroborar que estas compañías tributan en España para cobrar el impuesto correspondiente. Y por eso, ha obligado a más de 200 empresas a geologalizar a sus clientes y entregar a Hacienda la ubicación exacta desde donde se ha producido la compra.
Lo más rocambolesco de todo es que, a pesar este ataque sin precedentes a la privacidad de los particulares, la implantación de la Tasa Google ha registrado un estrepitoso fracaso recaudatorio: solo ha recaudado 240 millones de euros en su primer año de implantación, el irrisorio 25% de lo que pronosticó el Gobierno.
Sin embargo, para Hacienda este experimento le está permitiendo seguir especializándose en las avanzadas técnicas de rastreo con las pretende fiscalizar -y exprimir- cada euro del contribuyente. Cuando se trata de saquear al contribuyente, el ministerio de María Jesús Montero no escatima, y ha encontrado en las nuevas tecnologías la más letal de las garras.