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El fiasco de Biden con los 1,9 billones de dólares para crear empleo

Una vez más, los planes de estímulo keynesianos han demostrado ser un error que solo genera más deuda.

Una vez más, los planes de estímulo keynesianos han demostrado ser un error que solo genera más deuda.
El presidente de EEUU, Joe Biden. | EFE

La teoría de la economía de la demanda nos dice que inyectar gasto público en tiempos de recesión ayuda a amortiguar la caída de la producción y frena la destrucción de empleo. Sin embargo, los postulados sobre los que se fundan las viejas propuestas keynesianas basadas en estimular la demanda tienen difícil encaje en un mundo como el actual, en el que los gobiernos consumen entre el 40% y el 50% del PIB.

Hace ahora una década, se estimó que el aumento del gasto público aprobado por Barack Obama tras el estallido de la Gran Recesión había generado apenas un empleo por cada 324.000 dólares de desembolso. Algo similar sucedió en España, donde el Plan E del gobierno de Rodríguez Zapatero arrojó un gasto de 160.000 euros por empleo creado.

¿Hemos aprendido algo de aquellos fracasos? No parece que sea el caso, puesto que los informes disponibles sobre las medidas de estímulo aprobadas por el gobierno de Joe Biden en Estados Unidos ponen de manifiesto la escasa efectividad de tales programas de gasto como palancas para crear empleo en tiempos de crisis.

Los datos son los siguientes. El dirigente demócrata aprobó un aumento presupuestario de 1,9 billones de dólares para el ejercicio 2021, con la esperanza de que semejante inyección de dinero contribuyese a amortiguar la crisis. Sin embargo, un informe del American Enterprise Institute pone de manifiesto que el pasado año se cerró sin apenas mejoras en materia de empleo.

Para ser precisos, la Oficina Presupuestaria del Congreso preveía que el año 2021 se cerrase con 6,25 millones de ocupados más que 2020. Sin embargo, a pesar del fortísimo repunte del gasto decretado por Biden, los datos a cierre de ejercicio arrojaron una mejora de 6,12 millones de asalariados. Por lo tanto, no se creó ni un empleo más de lo previsto antes de la aprobación del gigantesco paquete de estímulo y, de hecho, la cifra final de ocupados fue inferior a lo previsto en 130.000 trabajadores.

Peor aún, desde el gobierno de Biden se había anunciado que el plan de estímulo generaría alrededor de 4 millones de nuevos puestos de trabajo. Por tanto, el Ejecutivo planteaba un horizonte a un año en el que el mercado de trabajo habría añadido algo más de 10 millones de puestos de trabajo. De modo que el fiasco es mayúsculo: no solo no se creó ni uno solo de esos 4 millones, sino que la cifra de ocupados terminó siendo inferior a la proyectada antes de la aprobación del estímulo.

Hay, pues, una inmensa brecha entre lo que anunció Biden y lo que realmente sucedió. Lejos de crearse 4 millones de empleos, la ocupación se contrajo en 130.000 puestos de trabajo. Y todo a cambio de endeudar a los estadounidenses en 1,9 billones de dólares que, además, al haberse financiado con un déficit que está siendo monetizado por la Reserva Federal, han terminado exacerbando el problema de inflación que sufre el país norteamericano.

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