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Vince McMahon, el magnate de la lucha libre, se jubila: así construyó el emporio de la WWE

Su fortuna se estima en 2.400 milllones de dólares. Ha descubierto a talentos como Hulk Hogan, El Enterrador, La Roca o John Cena.

Su fortuna se estima en 2.400 milllones de dólares. Ha descubierto a talentos como Hulk Hogan, El Enterrador, La Roca o John Cena.
McMahon dice adiós con una fortuna de 2.400 millones de dólares | WWE

La lucha libre profesional es un género de entretenimiento difícil de clasificar. Cuando las autoridades estadounidenses exigieron una clasificación por motivos legales, el sector prefirió definirse como una forma de "entretenimiento deportivo", basada en combates coreografiados cuyos resultados son predeterminados con ánimo de seguir una narrativa particular.

Aunque hay cientos de empresas dedicadas al wrestling en todo el mundo, ninguna se acerca al poderío de World Wrestling Entertainment, o WWE. Su máximo accionista, Vince McMahon, acaba de anunciar que se retira de sus funciones en la compañía. A sus 77 años, deja paso a su hija Stephanie, su yerno Jean Paul Levesque (más conocido por su papel como luchador bajo el nombre de Triple H) y un alto ejecutivo llamado Nick Khan que recaló en la compañía merced a su brillante trayectoria como negociador de derechos de retransmisión.

A McMahon se le estima una fortuna de 2.400 millones de dólares, pero lo cierto es que, si echamos la vista atrás unos cuarenta años, su situación era similar a la de tantos otros promotores dedicados al mundo del pressing catch. Había heredado el negocio familiar, que básicamente consistía en una liga regional que operaba en Nueva York y sus alrededores, pero tenía claro que la televisión podía darle la oportunidad de expandir sus horizontes.

De modo que McMahon empezó a cerrar acuerdos con emisoras de televisión de otros estados, rompiendo una regla no escrita según la cual cada empresa de lucha libre debía limitarse a operar en su territorio. Creía tanto en el poder de la televisión que llegaba a pagar por la emisión de sus contenidos. Todo valía con tal de pasar de ser una empresa local a una compañía nacional.

En paralelo, invirtió todo su patrimonio en la mejora de su producto, con la expectativa de que el salto adelante en materia de producción y de talento le diferenciaría definitivamente del resto de ligas regionales. Fue entonces cuando lanzó al estrellato legendario Hulk Hogan, a quien convirtió en su primer espada.

El resto es historia. El carisma y la popularidad de Hogan ayudaron a McMahon a combinar su feudo de Nueva York con un creciente número de actuaciones por el resto del país. Apoyándose en el poder de la pequeña pantalla, logró que su producto se convirtiese en la liga de lucha libre más popular de Estados Unidos. En la década de 1990, su negocio ya empezaba a internacionalizarse, al calor de nuevos talentos como El Enterrador (The Undertaker).

Con lo que no contaba McMahon era con el reto que le planteó Ted Turner, creador de la CNN y responsable de canales como TNT o TBS. Quien luego presidiría el conglomerado Warner vio el potencial de la lucha libre y tiró de chequera para crear World Championship Wrestling, o WCW. La rivalidad con la WWE de McMahon fue especialmente intensa de 1995 a 1999, pero llegó a su fin entre 2000 y 2001, cuando la popularidad de WCW empezó a menguar y la de WWE explotó hasta el punto de convertirse en un fenómeno cultural. Turner acabó vendiendo la empresa a McMahon, que también se deshizo de ECW, la tercera liga más popular del momento, para posicionarse como la compañía de referencia.

El boom de WWE a finales de los 90 tuvo mucho que ver con la apuesta de McMahon por un contenido más violento, divertido y arriesgado. Sus nuevos referentes eran Dwayne Johnson "The Rock" (La Roca), que hoy es una de las más grandes estrellas de Hollywood, o Stone Cold Steve Austin, amén del propio Triple H, que hoy ocupa posiciones en la alta dirección de la compañía. McMahon aprovechó el momento para salir a bolsa y convertirse en multimillonario.

Ya en la década de los 2000, el promotor recuperó a viejas estrellas como Ric Flair o Shawn Michaels pero siguió demostrando su capacidad de encontrar nuevos talentos, caso de Batista, Brock Lesnar, John Cena o Roman Reigns. Sin duda, el siglo XXI ha sido el de la expansión global de la WWE, que cuenta con acuerdos de televisión en prácticamente todo el mundo.

Pero la clave llegó hace menos de una década, cuando McMahon hizo dos jugadas maestras: por un lado, se anticipó al boom de las plataformas de contenido, creando su propio canal (WWE Network) que acabó vendiendo en 2021 a NBC por más de 1.000 millones; por otro lado, renegoció con inteligencia sus derechos de retransmisión en Estados Unidos apoyándose en el hecho de que sus programas son mucho más rentables que el deporte de élite, en la medida en que se emiten de forma ininterrumpida durante el año y logran audiencias muy satisfactorias a cambio de un coste menos abultado.

Si a esto le sumamos un millonario acuerdo con Arabia Saudí para celebrar dos eventos anuales a cambio de 100 millones de dólares, parece claro que el momento de la jubilación de McMahon no puede llegar en una mejor situación financiera para la compañía. Y eso a pesar de que, desde 2019, le ha surgido un competidor: la empresa All Elite Wrestling, o AEW, que financia otro multimillonario, Tony Khan, y que ha conseguido hacer ruido a base de fichar a algunas estrellas de la WWE que se han dejado seducir por un calendario de eventos mucho menos exigente.

La salida de McMahon se ha precipitado después de que saliese a la luz un acuerdo de confidencialidad que suscribió como una ex empleada con quien habría mantenido una relación extra marital. El magnate optó por dar un paso atrás en sus funciones ejecutivas y, tras varias apariciones televisadas en las últimas semanas, ha anunciado ahora su jubilación.

En cualquier caso, la hija de McMahon asume las riendas de una compañía de entretenimiento global que viene de encadenar niveles récord de beneficio durante tres ejercicios seguidos. Ni siquiera la pandemia ha afectado al negocio de la WWE, puesto que su inteligente apuesta por la televisión ha reducido sobremanera el peso de la taquilla, que antaño era la principal vía de ingresos. Los inversores han reaccionado favorablemente al relevo y la acción de la empresa se ha revalorizado más de un 30% durante el último año.

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