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Emilio Campmany

Que pidan perdón

La política de restricción y supresión de la energía nuclear. La izquierda la impuso y la derecha la asumió.

La política de restricción y supresión de la energía nuclear. La izquierda la impuso y la derecha la asumió.
El canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

El canciller alemán, Olaf Scholz, un lince al que como buen socialista no se le escapa una, se ha dado cuenta de que la disminución del flujo de gas ruso no tiene nada que ver con la turbina, sino que es una venganza del Kremlin. Tras averiguarlo, ha dicho que se está planteando dejar funcionando los tres míseros reactores nucleares que al país le quedan y que iban a cerrarse en diciembre. Esos reactores producen el 7% de la electricidad que consume el país y parece poco prudente prescindir de ellos ahora. O sea, que cuando aprieta la piedra en el zapato por el gas ruso, la energía nuclear ya no es tan peligrosa ni tan contaminante. No sólo, sino que Bruselas la ha declarado energía verde para que los socialistas puedan conservar limpia su conciencia. En España, donde ya sólo nos quedan funcionando cinco reactores que el Gobierno tiene intención de cerrar, Pedro Sánchez, don Erre que erre, cabezón, cateto y melón como él solo, insiste en prescindir de ellos. En Francia, donde su pueblo y sus políticos nunca han sido alérgicos al interés nacional, tienen la intención de construir catorce que añadir a los 56 que ya disfrutan.

Dice la izquierda que la derecha, aunque se opone a las políticas progresistas cuando se implantan, termina por hacerlas suyas. Tiene razón, pero no porque sean a la larga buenas, sino por cobarde conformismo. Un ejemplo es la política de restricción y supresión de la energía nuclear. La izquierda la impuso y la derecha la asumió. El caso más obvio es el de Angela Merkel, que no sólo estuvo de acuerdo con acabar con las centrales nucleares, sino que aceleró su cierre después de 2011, tras el accidente de Fukushima, por razones de populismo electoral con las severas consecuencias que Alemania tiene hoy que pagar.

Ahora que la izquierda quiere que la derecha pida perdón por cosas que no entrañan responsabilidad alguna, como el descubrimiento de América, o por otras en las que no tiene menos culpa que la izquierda, como la Guerra Civil, no estaría de más que los socialistas, los comunistas y toda la izquierda nacionalista recorrieran en procesión la Carrera de San Jerónimo cubiertos de ceniza pidiendo humildemente perdón entre los abucheos de la multitud. Es lo menos que se merecen por haber privado a España de la energía nuclear que nos habría permitido tener una electricidad mucho más barata en beneficio de particulares y empresas. Hemos estado pagando una de las energías más caras de Europa durante lustros por el estúpido empecinamiento de la izquierda en prescindir de una energía barata y limpia. Y encima, habiéndolo fiado todo al gas porque las renovables son groseramente insuficientes, le hemos metido un dedo en el ojo a Argelia, que era quien nos lo suministraba, para que nos lo encarezca lo suficiente y que sigamos siendo tan poco competitivos como siempre. Y la culpa de todo esto la tiene desde luego el PSOE, a quien Dios confunda, pero también el PP, que no tuvo el coraje de darle la vuelta a estas políticas cuando tuvo las mayorías suficientes para hacerlo. ¿A que por esto no piden perdón?

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