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Fiasco en Qatar por la irrisoria cifra de turistas que han viajado al Mundial

El emirato ha gastado en la competición de 2022 quince veces más de lo que pagó Rusia por la de 2018.

El emirato ha gastado en la competición de 2022 quince veces más de lo que pagó Rusia por la de 2018.
Construcción de un estadio en Qatar | Alamy

Qatar ha tirado la casa por la ventana para organizar el Mundial de Fútbol de 2022. Se estima que los gastos vinculados a la competición multiplican por quince los desembolsos que asumió Rusia para la organización de la competición del año 2018. De modo que estamos ante un evento especialmente costoso para el país anfitrión.

Una de las partidas más exigentes ha sido la construcción de los estadios necesarios para acoger los partidos, así como los complejos deportivos donde han podido entrenarse las selecciones participantes. Los datos oficiales hablan de un presupuesto acumulado de 6.500 millones de euros, aunque las estimaciones más rigurosas consideran que el gasto total vinculado a los estadios se situó más bien en torno a los 10.000 millones. El problema de fondo es que será muy difícil, por no decir imposible, rentabilizar estas costosas infraestructuras.

Tampoco hay buenos datos en el frente del turismo. La meta que se había marcado el régimen de Qatar pasaba por atraer a 1,2 millones de visitantes extranjeros durante la fase de grupos, durante la cual se suele concentrar el grueso de los desplazamientos vinculados a los mundiales. Sin embargo, los datos apuntan a un verdadero pinchazo en este frente.

Así, la primera quincena de la competición habría movilizado a apenas 765.000 espectadores. Sobre el papel, puede parecer un buen dato, porque el emirato tiene apenas 3 millones de habitantes, de los cuales solo el 10% son qatarís. Sin embargo, la brecha entre el objetivo de congregar a 1,2 millones de visitantes y la cifra real de 765.000 turistas ronda el medio millón de personas. Dicho de otro modo: por cada 100 viajeros esperados, solo han llegado 65.

No solo eso. Precisamente por el reducido tamaño del país, el alojamiento de muchos de estos turistas ha sido de lo más improvisado, como muestran los complejos de tiendas de campaña levantados para paliar el déficit de alojamiento. Y, puesto que el consumo de alcohol y otros divertimentos tradicionalmente asociados al fútbol están limitados y restringidos por las autoridades del país anfitrión, los gastos de los asistentes han sido aún menores de lo esperado.

Por si no fuese suficiente, aunque Qatar quería mejorar su imagen a nivel internacional, la celebración de la competición ha estado rodeada de críticas. El autoritarismo, la corrupción o la muerte de miles de trabajadores en la construcción de los estadios son solo algunos de los escándalos que han hecho que el lavado de cara pretendido por las autoridades se quede en nada.

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