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Nueva lección urgente de economía para progres. El Gobierno quiere bancos y supermercados públicos. ¿Por qué son un desastre?

Por qué las empresas públicas son un desastre y, además, no son públicas

Nueva lección urgente de economía para progres. El Gobierno quiere bancos y supermercados públicos. ¿Por qué son un desastre?

Para los progres no hay nada mejor que nacionalizarlo todo. "¡Exprópiese!" proclamaba con ceremonia el tirano Hugo Chávez en un famoso vídeo en el que, ocupando horas de televisión en Venezuela, caminaba por las calles de Caracas expropiando bloques de viviendas, oficinas y empresas.

Dicen los líderes de la progresía que la nacionalización de empresas para que sea el estado y no la iniciativa privada la que provea de bienes y servicios a la sociedad es bueno, en primer lugar, porque su objetivo no será el beneficio sino la garantía de un derecho, y segundo porque de esta manera convertimos los medios de producción en propiedad de todos los ciudadanos.

Ninguno de los objetivos se consigue. La teoría económica más elemental, refrendada por la experiencia práctica, los datos y la historia, certifican que allá donde un Estado se pone a organizar una compañía, ésta deja de arrojar beneficios, genera ineficiencias, pérdidas, y finalmente, deja de proveer de manera eficiente ese producto o servicio.

El ejemplo más claro es que Renfe, Correos o Paradores, son compañías que no sólo no arrojan beneficios, sino que sus enormes pérdidas y gastos son sufragados con los impuestos de todos los ciudadanos. Compañías privadas de hostelería, mensajería o transporte ferroviario ofrecen cada vez mejores servicios, por un coste cada vez más competitivo y unas estructuras de personal mucho más eficientes.

Otro ejemplo claro es el de Venezuela, las mayores reservas de petróleo del mundo y empresas petrolíferas deficitarias, como PDVESA, no sólo por su estructura de gasto, sino porque no es capaz de extraer suficiente petróleo como para rentabilizar su estructura.

Lo mismo pasó con YPF en Argentina, cuando se la arrebató a Repsol, o Pemex en México.

En España el ejemplo más claro y reciente son las cajas de ahorros, que estaban en manos de los políticos y que acumularon las mayores ineficiencias cuando estalló la crisis subprime.

Sólo la búsqueda de beneficio y la lógica de mercado permite ofrecer bienes y servicios que solucionen los problemas que plantea una sociedad viva, cambiante y pujante. La lógica de mercado es sencillo: si no resuelve bien y a buen precio la necesidad que intenta cubrir, la empresa no obtendrá beneficio y desaparecerá.

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