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Grandes esperas, precios desorbitados: así es hacer la compra en el supermercado anticapitalista de Ione Belarra

La Garbancita Ecológica no está de acuerdo con el sistema de libre mercado, por lo que ofrece productos más caros y con lista de espera de una semana.

La Garbancita Ecológica no está de acuerdo con el sistema de libre mercado, por lo que ofrece productos más caros y con lista de espera de una semana.
Se trata de una cooperativa “autogestionada, popular y ecofeminista | La Garbancita Ecológica

La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, es una gran crítica de las grandes cadenas de supermercados como Mercadona. A su fundador, Juan Roig, lo tilda de "capo" y le acusa "capitalista despiadado" por "hacerse de oro" con la inflación, aunque lo cierto es que las grandes cadenas han reducido sus márgenes debido al alza de costes.

Pues bien, como viene informando este medio, la líder de Podemos asegura no hacer sus compras en los despiadados hipermercados, a los que acusa de disparar sus precios, sino que prefiere llenar su despensa en un supermercado alternativo de productos biológicos: La Garbancita Ecológica. El problema de todo ello es que los productos de este proveedor solo son aptos para las grandes fortunas como Belarra, con precios muy por encima de los que ofrecen los grandes suministradores como Mercadona.

El supermercado se presenta en su web como una cooperativa de Consumo Responsable Agroecológico y sin ánimo de lucro, además de "Autogestionada, Popular, Ecofeminista". Al mismo tiempo, cuenta con su propia red de GAK: Grupos Atogestionados de Konsumo (sí, con K de okupa), los cuales llevan funcionando desde el 1996 y son los precursores de Garbancita Ecológica.

Las "cestas básicas"

¿Y su sistema de compra, cómo funciona? ¿Acaso hay que ir al local y llenar el carrito según tus necesidades? ¿Quizás hacer un pedido a domicilio y esperar la compra al día siguiente? Nada de eso. La Garbancita Ecológica tiene sus propios tiempos. Unos tiempos muchos más relajados que a los que nos tiene acostumbrado el modelo capitalista criticado por la propia cooperativa en su blog.

En concreto, el proceso de compra funciona mediante "cestas básicas" ofrecidas de manera semanal. Estas cestas no son cerradas, sino que permiten al cliente elegir entre 600 productos y alimentos de entre sus 60 proveedores ecológicos. No obstante, el consumidor debe saber con gran antelación los productos que va a necesitar, ya que las cestas requieren de al menos siete días para prepararse. Dicha cesta debe sumar un importe de más de 50 euros, y ser recogida en los centros de entrega establecidos, aunque existe la opción de ser entregada en el domicilio por un importe extra.

De esta forma, salvo excepciones y productos que puedan obtenerse de manera individual recogiéndolos en los propios centros, el ciudadano no puede, a diferencia de los supermercados tradicionales, comprar el producto que desee consumir en cada momento.

Además, para poder registrarse como usuario, este debe previamente ofrecer a la cooperativa todos sus datos personales, teléfono, dirección y hasta su número de identificación fiscal, no aprobándose la cuenta hasta recibir el visto bueno de un "administrador".

Aunque el modelo también tiene "ventajas". Y es que los usuarios tienen la opción de obtener un descuento de entre el 3% y el 7% en sus pedidos por trabajar gratis en la cooperativa. No obstante, la última actualización de la "cesta básica" de mayo habla de un descuento de únicamente el 1% por 3 horas de trabajo mensuales. Así, por ejemplo, compras de 500 euros mensuales darían lugar a un descuento de apenas 5 euros.

Pese a los inconvenientes, el modelo de la cooperativa busca ubicarse fuera del sistema. Ya que, como afirma en su blog, "la economía no produce lo que la gente necesita sino lo que genera beneficio", además de que " tras el libre comercio" se oculta una "gran violencia social". Y para evitar esa violencia que incentivarían las grandes empresas como Mercadona, Garbancita Ecológica ofrece una propuesta que no obtiene beneficios pero que, al mismo tiempo, tampoco es capaz de pagar a sus trabajadores ni de ofrecer lo que la mayoría de la población demanda –que no es otra cosa que productos que, además de buenos y seguros, sean baratos y fácilmente disponibles–.

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