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La izquierda mantiene el falso mantra de que las grandes empresas apenas pagan impuestos por una burda trampa contable.

Las grandes empresas pagan muchísimos impuestos, aunque fastidie y mucho a Yolanda Díaz

La izquierda mantiene el falso mantra de que las grandes empresas apenas pagan impuestos por una burda trampa contable.

Nueva lección urgente de economía para progres: las trampas de Yolanda Díaz y los demagogos de izquierda con los impuestos de las grandes empresas. No, es falso que las grandes empresas paguen menos de un 5% en impuestos mientras los pequeños negocios como las peluquerías o lasa pequeñas empresas tengan que pagar el 25% del impuesto de sociedades, o el 17, como dice la ministra Yolanda Díaz.

Los políticos y grandes creadores de opinión de la izquierda han estado machacando esta semana con el recurrente asunto de la tributación de las grandes empresas. Un discurso que falsean con una trampa muy sencilla de desmontar: Cogen los beneficios obtenidos en los negocios que estas compañías tienen en todo el mundo y lo comparan con el volumen de impuestos pagados en España. Así, afirman con gravedad que sólo pagan el 3 o el 4% en impuestos.

Lo primero que tendríamos que decir es que, de ser así, todas las grandes multinacionales del mundo estarían haciendo cola para instalarse en nuestro país, cosa que no sucede. Más bien al contrario, como Ferrovial, que ha decidido radicarse en Países Bajos.

Lo segundo, es que el tipo efectivo real que se paga en España por el impuesto de sociedades ha subido hasta el 25%. Con suerte, aplicándose algunas deducciones se puede rebajar un poco, pero en cualquier caso, sigue siendo alto. Según las cuentas presentadas por algunas de las empresas del Ibex 35, como Telefónica o Inditex, el tipo efectivo pagado en España se acerca más al 22 o 23% que al 3.

En el caso de empresas como los bancos, a quienes se les ha impuesto una tasa especial es sangrante, la factura fiscal supera el 50%.

Por no mencionar que las empresas generan un volumen de impuestos para las arcas del estado brutal en concepto de IRPF de sus empleados, o del IVA que recaudan para el Gobierno y del que son intermediarios sin que esta función les sea reconocida.

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