
El Gobierno no tardó nada, y menos estando en período electoral, en lanzar las campanas al vuelo para decir que, con la revisión que el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha publicado de los datos de Contabilidad Nacional trimestral correspondientes al primer trimestre de 2023, en su versión de "principales agregados", la economía española había alcanzado los niveles de PIB reales previos a la pandemia.
En dicha revisión, modifica al alza una décima el crecimiento trimestral, que pasa del 0,5% al 0,6% y el crecimiento interanual, que pasa del 3,8% al 4,2%, pero esa alegría gubernamental se basa en unos cimientos muy frágiles.
En primer lugar, necesitar más de tres años para recuperar ese nivel no es muy reconfortante, y menos lo es el haber sido los últimos de toda la Unión Europea en conseguirlo, siendo los únicos que no lo alcanzamos a cierre de 2022, los únicos, recordemos el cuadro que ya hemos comentado en otras ocasiones:

En segundo lugar, dicho nivel se iguala, pero no se supera de manera clara, pues el índice de volumen encadenado del IVTR-2019 era 111,1200 y el del ITR-2023 es 111,1896; es decir, apenas lo supera y sólo lo hace al revisarse el dato.

Y en tercer lugar porque viendo los componentes desagregados del PIB no hay mejora alguna relevante que de solidez al dato alcanzado. ¿Por qué? Porque el consumo de los hogares se mantiene invariable en la revisión, cayendo un 1,3% intertrimestral.

La inversión, que trimestralmente mantiene un mejor comportamiento, sólo lo consigue por el efecto de los fondos de recuperación, pero incluso baja en la revisión: pasa de un crecimiento del 1,9% trimestral al 1,8% trimestral.

El gasto público tampoco varía, manteniéndose en una caída del 1,6%.

Las exportaciones crecen algo menos, de un 5,8% a un 5,7% en la revisión.

Entonces, ¿por qué se produce esa revisión al alza del PIB? Porque las importaciones crecen mucho menos que en el dato de avance, al pasar de un crecimiento del 3,1% al 2,6%.

¿Y eso qué significa? Que importamos menos porque somos más pobres, porque la renta disponible de los españoles, entre mayores impuestos, pérdida de poder adquisitivo por la inflación, que aquí empezó mucho antes, y la subida de cuotas hipotecarias por el alza de tipos de interés, empobrecen a los españoles, que consumen mucho menos también del exterior.
Como las importaciones restan al crecimiento nacional, al transferirse riqueza hacia quien produce esos bienes en el exterior, si se importa menos, resta menos al crecimiento nacional. Por tanto, la revisión del PIB no encierra mejoría alguna, sino que lo que muestra es un efecto estadístico de un empeoramiento de la capacidad de compra de los ciudadanos, es decir, de la economía española.
En términos interanuales, esa subida del crecimiento del 3,8% al 4,2% en la revisión tampoco se basa en mejoría real alguna, sino en efecto estadístico. Sube el dato interanual del ITR-2023 porque se rebaja el crecimiento interanual del ITR-2022 y al rebajar el punto de partida, por efecto base, se revisa al alza el crecimiento del primer trimestre de este año, pero no porque se produzca una mejoría real.

Adicionalmente, una vez más, se produce una revisión a la baja de las importaciones, que pasan de un 4% a un 3,3%, de manera que también es el empobrecimiento de los ciudadanos, que pueden comprar menos productos importados, lo que produce esa aparente mejoría, que, realmente es, de nuevo, empeoramiento.

Por tanto, nada que celebrar, pues en esta revisión del PIB la aparente mejoría se consigue sólo sobre la base de una triste realidad: el empobrecimiento de los españoles, que importan menos debido a pérdida de renta disponible, es decir, la aparente mejoría se construye sobre un real empeoramiento de la economía.
El Gobierno va a dejar una estructura económica sumamente debilitada, endeudada, con un enorme gasto estructural consolidado sobre la base de unos ingresos coyunturales, que incrementa el déficit estructural, y con una voracidad confiscatoria que frena la actividad, al tiempo que se da una merma en la confianza en la economía, por la percepción por los agentes económicos de una menor seguridad jurídica debido a la política económica de Sánchez. Esa realidad es la que se da en la economía española, más allá de trampantojos con los que el Gobierno quiere hacernos ver que marcha bien lo que realmente retrocede.