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Los falsos mitos sobre las clases medias: ni están desapareciendo ni son las más perjudicadas

Una reciente investigación sugiere que no son las clases medias las que han sufrido un deterioro en las últimas décadas sino las clases trabajadoras.

Una reciente investigación sugiere que no son las clases medias las que han sufrido un deterioro en las últimas décadas sino las clases trabajadoras.
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Durante años, desde distintos medios de comunicación y desde algunas instancias políticas, se nos ha ido contando un discurso cuya narrativa se centra en una supuesta disminución de la clase media, que al parecer habría ido menguando desde las últimas décadas del siglo pasado y habrían roto esa especie de conexión entre las clases más ricas y las clases trabajadoras.

No obstante, un reciente trabajo de investigación parece ir en contra de esta narrativa, al sugerir que no son las clases medias las que han sufrido un deterioro en las últimas décadas (es más, niegan que estas clases hayan sufrido algún tipo de deterioro en cuanto a los ingresos), sino que serían las clases trabajadoras las que habrían salido más perjudicadas en los últimos cuarenta años. En este artículo vamos a mostrar la evidencia que hay para países como Alemania, España, Francia, Estados Unidos, Polonia y Reino Unido.

Para empezar, es necesario aclarar que los autores de este informe dividen los tipos de clases sociales en cuatro, dependiendo de los empleos que ocupen según las definiciones de la OIT (Organización Internacional del Trabajo):

  • La clase alta y media-alta: directivos por cuenta ajena y por cuenta propia, exceptuando a los que no tienen estudios postobligatorios, así como profesionales por cuenta ajena y cuenta propia con estudios superiores. También engloba a todos los empresarios cuya ocupación es directiva o profesional.

  • La clase media: incluye a los directivos sin estudios postobligatorios, a los profesionales sin estudios superiores, a todos los directivos asociados, profesionales asociados y técnicos, así como a empleados de oficina con estudios superiores. También comprende a todos los empresarios y autónomos cuya ocupación no es ni directiva ni profesional.

  • La clase trabajadora cualificada: incluye todas las ocupaciones que se sitúan en el segundo nivel de cualificación de la CIUO y requieren algunos años de educación postobligatoria, como, por ejemplo: oficinistas sin estudios superiores, trabajadores de los servicios y las ventas, trabajadores agrícolas cualificados, artesanos, etc.

  • La clase trabajadora poco cualificada: incluye los anteriores oficios si los titulares de esas mismas ocupaciones no tienen estudios postobligatorios y, por tanto, no aprendieron formalmente su oficio.

Según los autores de este trabajo ("The Myth of the Middle Class Squeeze: Employment and Income by Class in Six Western Countries, 1980-2020"), la composición de las cuatro clases en el mercado laboral habría cambiado sustancialmente desde 1980 hasta 2020, veámoslo:

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Tal y como nos muestran los anteriores gráficos, vemos que el cambio que se ha producido en los últimos cuarenta años es significativo, donde en lugares como Francia y España el peso de la clase trabajadora poco cualificada ha menguado en 25 y 28 puntos porcentuales, respectivamente.

De forma paralela, el peso de la clase media-alta amplió su cuota de empleo en más de 13 puntos porcentuales en ambos países. En Alemania y EEUU, la proporción de la clase trabajadora cualificada y poco cualificada disminuyó en unos 10 puntos cada una, mientras que los dos segmentos de clase media aumentaron su cuota de empleo en casi 10 puntos cada uno. En Polonia, la disminución afectó sobre todo a la clase obrera poco cualificada, mientras que el aumento del empleo benefició fundamentalmente a la clase media alta. Por último, en Reino Unido el crecimiento del empleo se concentró en ambos extremos de la jerarquía de clases.

Otra cuestión que también ilustran los anteriores gráficos es que cada vez hay un mayor porcentaje de empleos que requieren de cualificación previa en detrimento de aquellos que no lo requieren. Así pues, los trabajos que aportan un menor valor añadido se sustituyen por aquellos que aportan un mayor valor añadido. De esta manera, el peso en el empleo de las clases trabajadoras se reduce y aumenta el de las clases medias y medias-altas, lo que supone una buena noticia.

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Ahora bien, aunque es posible que en términos de empleo no se haya visto perjudicada la clase media sí que ha podido verse dañada en términos de ingresos. Sin embargo, los autores tampoco encuentran evidencia a favor de esta tesis, más bien encuentran evidencia en favor de la tesis que explica el deterioro de las clases trabajadoras. A continuación, vamos a observar dos gráficos que ilustran de forma perfecta la evolución de los ingresos en los distintos países en función de las clases sociales.

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Como podemos ver en los anteriores gráficos, salvo en Polonia, las clases más perjudicadas fueron las clases trabajadoras cualificadas y poco cualificadas, mientras que las más beneficiadas fueron las clases medias y medias-altas. En Alemania, la clase trabajadora poco cualificada perdió (de media) un 0,7% de ingresos al año, mientras que la clase media-alta experimentó unas ganancias anuales del 1,4%. En países como España, Francia, Reino Unido o Estados Unidos, las clases trabajadoras fueron las que menos ganancias anuales obtuvieron, mientras que la clase media y media-alta fueron las que más ingresos anuales consiguieron.

El caso de Polonia es excepcional ya que son las clases trabajadoras, y especialmente la clase trabajadora poco cualificada, las que mayores ganancias obtuvieron durante estas cuatro décadas. Todo este crecimiento no se ha producido de manera constante y uniforme, ya que, por ejemplo, en España los ingresos anuales de las clases trabajadoras poco cualificadas han pasado de crecer entre los años 1980-90 a un ritmo del 0,6% o entre 1990-00 a un ritmo del 2,7% anual, a caer a un ritmo del 2,2% entre 2010 y 2016.

En definitiva, como ya hemos podido comprobar no han sido las clases medias las que se han visto más perjudicadas por los cambios en la economía en los últimos cuarenta años, sino que han sido justamente las clases trabajadoras tanto cualificadas como poco cualificadas las que han visto aumentar menos sus ingresos en estas últimas cuatro décadas. Esta narrativa, que durante tantos años ha calado en buena parte de la población, parece no sostenerse a tenor de la evidencia disponible. Y esto es algo que no deja de ser importante, ya que es en base a este tipo de narrativas y discursos sobre lo que posteriormente se llevarán a cabo (o no) unas determinadas políticas económicas.

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