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Montenegro, el país que usa el euro sin formar parte de la UE

Montenegro también experimenta con distintas fórmulas de política fiscal que se salen de lo habitual en el Viejo Continente.

Montenegro también experimenta con distintas fórmulas de política fiscal que se salen de lo habitual en el Viejo Continente.
Bahía de Kotor, Montenegro | Alamy

Montenegro lleva años haciendo cola en la lista de espera de países que quieren acceder a la Unión Europea. Vecino de Bosnia-Herzegovina, Serbia, Kosovo, Albania y Croacia, tiene apenas 600.000 habitantes y el tamaño de su economía está ligeramente por encima de los 15.000 millones de euros.

Aunque Montenegro anunció su voluntad de entrar en la UE en 2012, lo cierto es que los avances y acercamientos producidos hasta la fecha han sido insuficientes para formalizar su adhesión. Sin embargo, se da la curiosidad de que la moneda empleada por los montenegrinos desde el año 2002 hasta el presente es el euro.

Históricamente, en Montenegro circularon numerosas monedas, al calor de la influencia de distintos pueblos del Mediterráneo y del Sudeste Europeo. Sin embargo, a comienzos del siglo XXI, la acumulación de recurrentes episodios de inflación animó a las autoridades del país bañado por las aguas del Mar Adriático a buscar un nuevo paradigma.

El primer experimento se produjo en 1999, cuando empezó a circular el marco alemán. Tres años después, con la adopción del euro, el salto quedó consolidado con la adopción del euro. Esta nueva situación llegó sin mediar ningún tipo de acuerdo formal con el Banco Central Europeo. Por lo tanto, las entidades financieras del país operan al margen de Frankfurt y la política monetaria no viene dictada por ningún organismo.

Esto significa, en esencia, que la masa monetaria crece de la mano del aumento de las exportaciones y la inversión, contrayéndose en episodios de contracción económica. Al mismo tiempo, el modelo montenegrino implica que los bancos no pueden acudir a un prestamista de última instancia o que el gobierno no tiene acceso a mecanismos diseñados para facilitar las emisiones de deuda.

Mientras avanzan las reformas institucionales y se consolida el modelo de adopción unilateral del euro, Montenegro también experimenta con distintas fórmulas de política fiscal que se salen de lo habitual en el Viejo Continente. En el Impuesto sobre la Renta, por ejemplo, se aplica un modelo de dos tipos muy reducidos, del 9% y del 15%. A este gravamen se le suma otro 10-15% en concepto de IRPF municipal.

Para las empresas, los primeros 100.000 euros de beneficio tributan al 9%, mientras que el flanco que va de 100.000 a 1.500.000 euros abona un tipo del 12% y las ganancias superiores a dicho umbral pagan un 15%. En cuanto al IVA, la tasa de referencia es del 21%, con un recargo reducido del 7%. También hay algunos impuestos inmobiliarios en vigor.

Los problemas de corrupción y la influencia de Rusia se han convertido en problemas de fondo que lastran una mejora más significativa en la marcha de la economía del país. Por este motivo, Montenegro obtiene 60,9 puntos sobre 100 en la última edición del Índice de Libertad Económica. Con todo, el Banco Mundial estima que el PIB per cápita del país se ha multiplicado por cinco gracias a la apertura económica.

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