El empleo público cuenta con una serie de características propias y claramente diferenciadas del privado, tanto en lo que se refiere al acceso y el desarrollo profesional como en materia de sueldos. Este último punto es el que analizan los investigadores Alba Couceiro de León y Juan José Dolado usando los datos de la Encuesta de Estructura Salarial existentes hasta 2018. Y el estudio arroja algunos resultados curiosos.
En cuanto a la composición del empleo público, el primer rasgo relevante es la sobrerrepresentación de las mujeres, ya que el 55% de los empleados públicos son mujeres frente al 41% en el sector privado. Otra diferencia destacada es la presencia de una mayor proporción de personas altamente cualificadas en el sector público (el 30% tiene un título universitario o incluso superior frente al 17% en el sector privado).
Asimismo, la plantilla pública está más envejecida: el 34% de los empleados públicos tienen más de 50 años frente al 20% en el sector privado. Como resultado, la antigüedad en el puesto de trabajo es aproximadamente 5 años superior en el sector público frente al privado, al tiempo que los flujos de destrucción de empleo hacia el paro y la inactividad son mucho menores en el sector público que en el privado.
Sin embargo, curiosamente, aunque las cifras apuntan a una estabilidad laboral mucho mayor en el sector público, la contratación temporal tiene una incidencia mayor en la Administración (31,7%) en comparación con el sector privado (18,6%), mientras que ocurre lo contrario con el trabajo a tiempo parcial (9% versus 17%, respectivamente).
La explicación en este caso radica en que los contratos temporales se concentran mayoritariamente en los ayuntamientos y gobiernos autonómicos que empezaron a usar intensamente a interinos para prestar servicios en los sectores educativo y sanitario debido a los ajustes fiscales desde la Gran Recesión.
Sueldos públicos
También existen grandes diferencias en cuanto a la remuneración salarial. El primer dato que llama la atención es que, en promedio, los empleados públicos cobran más que los del sector privado. En concreto, el estudio identifica una brecha salarial de 20 puntos porcentuales a favor de la Administración, así como una brecha salarial residual (no explicada por diferencias en productividad o en selección) de alrededor de 6 puntos porcentuales.
En segundo lugar, destaca que el sector público paga mejor al personal menos formado que el mundo de la empresa (+10 puntos). De este modo, los empleados públicos menos cualificados son retribuidos por encima de lo que establece el mercado. La razón, en este caso, radica, en la fuerza y presión que ejercen los sindicatos. "Ello es debido a que el perfil del votante mediano en las elecciones sindicales en dicho sector corresponde al de un empleado público con nivel salarial y educativo bajo/medio", según el informe.
Es decir, como los menos formados son más numerosos y su voto es clave para los sindicatos, históricamente han resultado beneficiados en materia salarial, ya que ganan más dinero de lo que cobrarían en el sector privado.
Sin embargo, pasa justo lo contrario con los empleados más cualificados y mejor formados. En este caso, el sector público les retribuye peor que en el privado, aunque con especial incidencia en el caso de los hombres (-5 puntos). La explicación aquí es que en algunos sectores la Administración Pública es prácticamente el único empleador, de modo que se encuentra en una posición de dominio para ofertar sueldos más bajos de los que ofrece el sector privado (sanidad, justicia…).
Pese a todo, otro resultado relevante es que las mujeres ganan siempre en el sector público, ya que tanto las cualificadas (+ 8 puntos) como las menos cualificadas (+13 puntos) reciben una prima salarial respecto al sector privado. La razón estriba en que más mujeres, especialmente las menos cualificadas, optan de forma mayoritaria por el empleo público al ofrecer mayor estabilidad y más facilidades a la hora de compatibilizar su trabajo con la maternidad.
En definitiva, la paradoja es que el sector público paga más a los menos formados, menos a los más formados y más a todas las mujeres, respecto al sector privado.