Uno de los argumentos que más esgrime el Gobierno en los últimos meses para sacar pecho de su gestión económica es el dato de inflación. España cerró el pasado mes de agosto con una inflación del 2,6% interanual, una de las tasas más bajas de Europa y muy por debajo de la media de la zona euro (5,2%).
El problema, sin embargo, es cuando se amplía la perspectiva temporal. La inflación acumulada en los últimos años y el menor aumento de los salarios en comparación con otros países de la UE convierten a España en una de las únicas tres economías de Europa cuya población pierde poder adquisitivo desde el año 2000, tal y como refleja Datadicto con datos de Eurostat.
En concreto, los españoles cerraron 2022 con un poder adquisitivo un 0,7% inferior al del año 2000, tan sólo superando a Italia (-2,2%) y Grecia (-18,2%).
En el lado opuesto, destacan los países del este de Europa, cuyo poder adquisitivo se ha disparado en las dos últimas décadas, razón por la cual algunos ya adelantan a España en riqueza per cápita.
La pérdida de poder adquisitivo es mayor aún si se analiza tan sólo la cesta de la compra, ya que el precio de los alimentos casi se ha duplicado desde el año 2002.
El precio de la cesta se ha disparado un 84%, mientras que los sueldos han subido un 58%. Los españoles, por tanto, han perdido casi un 15% de poder de compra en alimentación en 20 años.
Y especialmente relevante resulta la pérdida de poder adquisitivo en los últimos años, coincidiendo con el fuerte aumento de la inflación. Así, tal y como explica el economista Miguel Ángel García en Fedea, el sueldo real de los trabajadores por cuenta ajena, una vez descontada la inflación acumulada, ha caído entre un 3,9% y un 5,1% desde 2019, según revelan los datos de la EPA y de la Seguridad Social, respectivamente. Todo ello significa que, a pesar de que los españoles ganan más en términos nominales, su poder adquisitivo se ha reducido y, como consecuencia, son más pobres que años atrás.