En unas semanas, entrará en vigor la prohibición de circulación de los vehículos con etiqueta A en todo el municipio de Madrid. Por eso, esta semana, en La Pizarra de Domingo Soriano, nos preguntamos si este tipo de medidas tienen algún sentido.
Escuchando a nuestra ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, o al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, podríamos pensar que (i) nuestras ciudades son lugares insalubres; (ii) la calidad del aire de esas mismas urbes ha empeorado en las últimas décadas o al menos no ha mejorado demasiado (y, cuando lo ha hecho, ha sido a golpe de prohibición); y (iii) lo poco que hemos conseguido a sido gracias a esas medidas restrictivas que nos han obligado a adoptar.
Pues bien, nada más lejos de la realidad. Nuria Richart y Domingo Soriano nos explicarán cómo ninguna de estas ideas, tan presentes en la conversación pública española, es cierta. En primer lugar, la calidad del aire y los niveles de contaminación están mejorando (y de forma sustancial) desde hace décadas, desde mucho antes de que se pusieran en marcha las medidas anti-coches (la más conocida es Madrid Central, pero hay muchas otras) que ahora complican tanto nuestras vidas.
En segundo término, las grandes ciudades españolas (y en primer lugar, Madrid) están entre los lugares con mejores indicadores de salud ¡¡del planeta!! Por ejemplo, la Comunidad de Madrid es la región europea con más esperanza de vida. ¿Qué factores influyen? Pues muchos, desde el clima a la alimentación, pero también la densidad de población, que trae aparejada más información, más servicios sanitarios, acceso a todo tipo de bienes, etc... En este sentido, podríamos decir que la contaminación (que no deja de ser una derivada de esa mayor densidad de población) es buena; o, al menos, es un mal necesario para lograr todos los demás avances. ¿Sería mejor tener las ventajas de las ciudades con una menos contaminación? Pues claro. Por eso volvemos al punto 1: eso lo llevamos consiguiendo desde hace décadas.
Por último, el ataque al progreso, con esa mezcla de ludismo y ruralismo que tanto gusta a los políticos españoles. Tampoco tiene ningún sentido. En los últimos 250 años, la esperanza de vida en todo el mundo se ha disparado. La tecnología no es un mal necesario; ni algo que tengamos que soportar, a nuestro pesar, para lograr crecimiento económico. En realidad, lo que aporta en positivo es muchísimo más que los problemas que nos genera. De todo esto, con imágenes y cifras que casi nunca aparecen en nuestros medios, hablaremos en el episodio de esta semana.