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Un hostelero asturiano se 'crucifica' en plena calle para protestar por el "injusto" cierre de su gastrobar

Bernardo Álvarez asegura que se quedará en la ruina tras haber invertido más de medio millón de euros en abrir su negocio, ubicado en Grado (Asturias)

Bernardo Álvarez asegura que se quedará en la ruina tras haber invertido más de medio millón de euros en abrir su negocio, ubicado en Grado (Asturias)
Bernardo Álvarez simula su particular viacrucis como protesta por el | B.A.

El viacrucis que muchos empresarios sufren cada día en nuestro país para abrir y mantener su negocio se ha visto reflejado estos días en la localidad asturiana de Grado, donde un hostelero se ha crucificado simbólicamente ante la atenta mirada de vecinos y turistas en protesta por el obligado e "injusto" cierre del gastrobar que con tanto esfuerzo e ilusión había abierto hace poco más de un año en el municipio.

"Todo ha sido por culpa de una pelea entre el Ayuntamiento y un vecino, pero, al final, al que se han llevado por delante es a mí -denuncia Bernardo Álvarez-. Dejo en la calle a cinco personas, pero yo me voy a arruinar literalmente, porque tengo una hipoteca sobre este local de 1.800 euros a tipo variable, que tal y como están las cosas puede seguir subiendo, a la que lógicamente no puedo hacer frente con él cerrado".

Su voz suena quebrada al otro lado del teléfono: "Estoy con ataques de ansiedad y llevo tres días sin dormir". Los tres que han pasado desde que el cierre de el Trastevere se hizo efectivo y él decidió pasearse por Grado -una pequeña localidad asturiana de poco más de 9.000 habitantes- cubierto tan solo por un pequeño trozo de sábana, a pecho descubierto y descalzo, mientras portaba sobre sus hombros una pesada cruz. Finalmente, y con la ayuda de varias personas, fue "crucificado". Incluso hubo latigazos: "Es una forma de llamar la atención sobre mi caso, porque de verdad que no hay derecho a lo que estoy sufriendo". El objetivo, al menos en parte, lo ha logrado, ya que su imagen se ha hecho viral.

El origen de la polémica

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El cuidado gastrobar tenía un gran éxito entre los vecinos de la zona

Tal y como demuestra a Libre Mercado, su gastrobar cuenta con todos los permisos necesarios de Ayuntamiento y Principado. Precisamente por eso, este bombero de profesión, decidió arriesgarlo todo, incluido su trabajo fijo, con tal de conseguir su gran sueño: dedicarse a la hostelería. Después de dos años de obras, y tras invertir nada menos que medio millón de euros, el local abría sus puertas en julio de 2022 con una cuidada imagen y una elaborada carta que tuvo una gran acogida entre los habitantes de Grado. Sin embargo, tras el pleito que un vecino mantiene desde hace años con el consistorio -alegando la imposibilidad de conceder licencias para abrir este tipo de negocios en el casco histórico- el Tribunal Supremo ha ordenado su cierre.

El alcalde ya dejó clara su postura antes de agotar el último recurso. "No nos queda otra opción que acatar la sentencia, pero no podemos entender una interpretación como la que se recoge -aseguró José Luis Trabanco, de IU, a La Nueva España-. De hecho, va contra la lógica y me atrevería a decir que ni siquiera sirve para garantizar la protección de edificios históricos. ¿Quién va a querer, en muchos casos, rehabilitar un edificio que se encuentra en estado de ruina, si luego no puede usarlo como se hace en el resto de la villa?".

A pesar de que el consistorio siempre ha estado de su parte, será precisamente a él a quien Bernardo le pida cuentas. "Yo con el vecino en cuestión no quiero tener nada que ver, pero vamos a denunciar al ayuntamiento por responsabilidad patrimonial, porque ellos fueron los encargados de darnos la licencia y ahora nos la han quitado a pesar de tener todo en regla", advierte Bernardo, que insiste en que todos los organismos -tanto Patrimonio como la Consejería de Medio Ambiente del Principado- dieron el visto bueno a su gastrobar.

Condenado a la ruina

Así, tras el obligado cierre, el hostelero reclamará ahora tanto los intereses de las hipotecas, como daños y perjuicios y hasta daños psicológicos. Sin embargo, incluso aunque la Justicia le de la razón, el mal ya está hecho. "Tenemos todas las de ganar supuestamente, pero… ¿Cuándo vamos a cobrar? ¿Dentro de tres, cinco o siete años? -se pregunta angustiado-. Yo tengo unos gastos que no puedo asumir".

Y lo cierto es que el recuento da vértigo: "Pedimos una hipoteca de 310.000 euros, una subvención que ahora vamos a tener que devolver, los gastos fijos de luz y agua, el IBI… Y a todo eso le tengo que sumar la hipoteca de mi casa y lo que conlleva tener un niño de tres años. Es imposible hacer frente a todo eso. Estoy desesperado".

Según relata a LM, su mujer que, aunque trabaja, "tiene un sueldo normal", se pasa "todo el día llorando", pensando en cómo van a poder salir de ésta. Su padre también está en vilo: "Porque pusimos ahí muchos ahorros y él me apoyó muchísimo". Y sus vecinos, aunque le han mostrado "todo su apoyo", poco más pueden hacer para ayudarle. De ahí la performance que llevó a cabo el pasado domingo en las calles de Grado -y que ahora se ha hecho viral en redes sociales- con el único objetivo de que el Ayuntamiento y la Justicia hagan algo para tratar de paliar su sufrimiento.

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