Las mentiras del Gobierno ya casi no son noticia, pues no hay día que no nos encontremos con lo que ahora llaman eufemísticamente cambios de opinión.
Dentro del pacto con ERC para conseguir sus votos en la investidura de Pedro Sánchez, se incluye el traspaso "integral" del servicio regional de Renfe en Cataluña, o sea, Rodalies de Catalunya.
El problema es que por las mismas vías por las que circulan los trenes de Cercanías lo hacen también trenes que no son de Cercanías, motivo por el que el Gobierno, hace apenas unos meses, defendía que no era posible traspasar Rodalíes a la Generalidad de Cataluña. Más aún, lo calificaba de ilegal.
La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, defendía en sede parlamentaria el pasado 17 de mayo de 2023 que la cesión de Rodalies era ilegal —"No tiene ningún encaje legal posible"—, algo que ya había hecho con la misma vehemencia el 14 de octubre de 2022: "Eso no es legal, no se puede hacer la transferencia de la infraestructura. Esa infraestructura no sólo sirve para las Cercanías, sirve para el tráfico internacional, sirve para las mercancías, también para el tráfico y el tránsito entre las diferentes CCAA. Y, por lo tanto, ustedes lo que hacen es confundir a la ciudadanía a propósito".
Antes de las elecciones el Gobierno se negaba, por lo tanto, a entregar esas infraestructuras y consideraba que no había encaje legal para llevarlo a cabo. Pero el resultado del 23-J obró otra vez el milagro. El fin superior para Sánchez —que no haya alternancia democrática en el poder— ha provocado la enésima contorsión del Gobierno, sumando una mentira más a su abultado currículum.
Lo que antes era ilegal e imposible se convierte en legal, posible y bueno para España. Porque lo que es bueno para Sánchez es bueno para España y para la convivencia. Si son capaces de cargarse el Estado de derecho, la Democracia y la separación de poderes, negociando con un prófugo de la justicia una amnistía a todas luces ilegal e inmoral, lo de ceder Rodalíes es una minucia para un Gobierno que se ha acostumbrado a mentir a todas horas y posiblemente no tendrá coste alguno para Sánchez. Las dosis de mentiras, día a día, nos hacen inmunes a sus efectos devastadores en la credibilidad del sistema.